¡Un día para olvidar!
¡Buenos días!!! Hoy casi
necesitaría que toda la energía positiva que os lanzo a diario la rebotarais un
poquito y me llegara, a ver si me saco un poco el mal rollo que llevo encima
después del desastroso día de ayer. ¡Es que hay días que hubiera sido mejor no levantarse
de la cama!
La
verdad es que la mañana ya se despertó mal, con trombas de agua intermitentes
que caían desde un cielo ennegrecido por las nueves amenazantes que el viento
iba moviendo sin cesar.
Pero
bueno, vamos a ser positivos, la mañana estuvo bien, sólo me mojé un poquito
con la moto, pero no fue nada memorable ni incómodo ni para desanimarse. Las
horas en la oficina fueron como siempre: con mucho trabajo, mucho compañerismo
y productivas. Así que la mañana no implicó ningún problema extra.
La
verdad es que parece mentira cómo se colapsa Barcelona cunado llueve. Los
coches se amontonan uno detrás de otro, los pitidos impertinentes de las
bocinas inundan las calles y ensordecen a los conductores que se sienten
impotentes ante la cola interminable que se forma en las calzadas, hay nervios,
histeria e insultos.
Fui
a buscar a la niña al cole con el coche y me preparé para una larga cola antes
de llegar a mi clase de baile. ¡Pero aquí la suerte jugó de mi parte! Llegué al
club en menos de lo esperado y pude charlar un rato con mis amigas antes de
bailar.
Pero
mi sobrina no corrió la misma suerte. La había invitado a venir a la clase de
baile para que pudiera disfrutar de ella y la lluvia, los atascos y la
oscuridad de la tarde quisieron que llegara diez minutos antes de acabar. ¡Así
que ya veis cómo el día empezó a torcerse!
Cuando
me iba para casa con el coche me paré en un semáforo de la Diagonal y entonces
me percaté de que el coche que estaba aparcado a mi lado hacía la maniobra para
desaparcar. Tiró hacia atrás y yo veía que me se estaba tirando encima. Escuché
el sonido del metal de la puerta trasera abollarse y empecé a pitar
desesperada. ¡Qué susto! Entonces vi de quien era el coche. ¡Era de una de mis
amigas! Así que ya nos veis en medio de la Diagonal, con mi coche sobre la
acera para dejar pasar a los conductores haciendo el parte. ¡Suerte que era mi
amiga! ¡Así todo fue rápido y fácil!
Al
fin llegué a casa. Tenía una cena familiar y necesité avisar a mi cuñado de que
me iba a retrasar un poquito, que me recogiera más tarde con el coche. ¡Ya os
podéis imaginar un poco la situación! Estaba nerviosa y un poco estresada. Me
arreglé como pude y salí a esperar a mis cuñados bajo la lluvia.
Mi
marido está en China con su hermano mayor y ayer por la noche tenían que coger
el avión de vuelta. Habíamos estado Whatsappeando durante la tarde, estos días
parecíamos adolescentes enganchados a las pantallas de los móviles, y todo
parecía ir sobre el plan previsto. Pues bien, una vez había entrado en el coche
de mis cuñados y me había abrochado el cinturón, suena el teléfono. ¡Era mi
marido! Y me hizo mucha ilusión escuchar su voz después de tantos días. El
viaje lo había hecho con su hermano mayor.
Yo
les hacía en el aeropuerto de Cantón a punto de embarcar y cuando me dijo que
habían perdido el avión y que unos chinos habían intentado timarlos me lo tomé
a broma. ¡Pero era cierto! En el billete ponía que el vuelo salía a las 00.05 y
ellos habían leído a las cinco de la madrugada (hora de China). Así que ya los
veis en el aeropuerto, de noche, con las maletas, sin haber dormido y hechos
polvo.
Llegamos
a Alella en el coche en medio de una lluvia torrencial. Nos empapamos en el
poco trozo que separaba el coche de la casa del primo de mi marido y llegamos a
la cena. ¡Fue una cena agradable! Cuando mi marido pudo conectarse a un WIFI
empezamos a hablar y decidimos ayudarles desde allí.
En
medio del desbarajuste de los aviones recibimos una llamada de mi cuñado mayor desde
China para avisar a su mujer de que en su casa había un escape de agua. ¡La
vecina lo había llamado desde Barcelona para avisarlo! Total, que mi cuñada
llamó a mi suegra para que fuera a comprobar la casa. ¡Esto fue un susto sin
importancia! ¡La casa estaba bien!
La
verdad es que fuimos alternando la risa con los nervios. Hubo muchas llamadas
desde China, muchos mensajes de WhatsAap, fotos cruzadas, vídeos y un poco de
dificultades. Pero a las dos de la madrugada (hora española) logramos al fin
sacarles un billete de vuelta.
Llegué
a casa a las tres pasadas, pero entre mis dificultades para dormir y los
nervios aquí me tenéis, despierta y escribiendo. ¡Espero que hoy sea un día
mejor!!!!
¡Muchísimos
besos para todos!
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