Unas cuantas costumbres

9:19 Pat Casalà 2 Comments


            ¡Buenos días! Hoy el sol parece que lucirá en un cielo azul y nos regalará unas horitas de luz y alegría. ¡Qué frío pasé ayer colgando la entrada! ¡No sé cómo me lo voy a hacer los fines de semana de esquí!!! Es que ya os expliqué que mi casa de la Cerdaña está en Francia y para utilizar mi USB de conexión MoviStar tengo que irme a un banco de la carretera donde llega el 3G. ¡Y no os podéis ni imaginar cómo se me quedaron las manos a nueve grados y a la intemperie!
            Bueno, ahora ya estoy en Barcelona, así que estoy cómodamente sentada delante del ordenador y con la calefacción encendida para evitar que me congele. ¡Aunque hecho de menos mi sillón y la chimenea! Es que el poder hipnótico del fuego es un bálsamo para las cosquillas insistentes que no cejan en el empeño de anunciar el cambio que se avecina mañana.
            Finalmente he recibido un mail de Màrius Serra aceptando la entrevista. ¡Es genial! Yo, que cada día hago sus crucigramas en catalán de La Vanguardia y que me he leído varios de sus libros, tengo muchísimas cosas que preguntarle. Y es que ya os conté que escuchar las anécdotas y las costumbres de otras personas dedicadas a las letras me ayudaría a entender las mías propias.
            En mi caso hay una serie de rituales que sigo a rajatabla a la hora de escribir. Tengo unos lugares idóneos que son los que utilizo y asocio con mi ordenador pequeñito, las novelas y las tramas. ¡Uno es el sillón de la casa de Estavar!
            Cuando escribo no me importa que haya ruido a mi alrededor, porque mi mente me transporta a lugares lejanos y conecta con mi mundo paralelo con facilidad, desoyendo todo lo que me rodea. Muchas veces me maravillo de esa capacidad que tengo para ir hilvanando la historia a medida que escribo. ¡Es como si la fuera viendo en una película a medida que mis dedos la reproducen!
            Es curioso, porque cuando hablo con Lola, mi agente literaria, me describe esa faceta mía, es como si a través de mis palabras y de mi estilo pudiera vislumbrar esa forma en la que mi mente trabaja. La verdad es que trabajando para Antonia Kerrigan debe conocer a muchas personas como yo y quizás es un rasgo común entre todas. ¿O acaso hay escritores que no trabajan así?
            Antes de escribir necesito unos instantes para centrar mis pensamientos. Al tener una mente hiperactiva siempre hago dos o tres cosas a la vez, pero cuando escribo necesito concentración total en la trama, así que siempre juego unas partidas a los solitarios del ordenador o algún juego del Facebook que requiera observación. Mientras coloco las cartas en su lugar o las bolitas o lo que sea, voy introduciéndome en la historia y voy percibiendo a los personajes, a los escenarios, a los mundos paralelos a los que quiero acceder.
            Y al cabo de unos minutos estoy preparada para encarar la tarea. Abro el Word y tecleo, voy avanzando entre un laberinto de ideas que me han ido bombardeando durante jornadas, voy describiendo caminos, senderos y muchas veces me voy por lugares insospechados, como si mi subconsciente guardara una bifurcación que no había visto antes.
            Durante las horas de no escritura suelo pensar en el conjunto de la novela, en el final, en escenas puntuales a las que acompaño con una música concreta y las asocio sentimentalmente a esos acordes. Siempre tengo claro el principio y el final, pero lo de en medio va surgiendo a medida que escribo, es como si mi creatividad poseyera una brizna de magia que me ayudara a centrar las ideas que revolotean por ahí y lograra componer una trama lógica y medida.
            La verdad es que cuando me preguntan cómo lo hago no sé qué responder. Yo me documento, pienso, siento, me pongo música y hago solitarios, pero cunado me siento en mis lugares frente al teclado mi mente se evade a ese mundo paralelo donde las historias toman forma. Hay veces que acabo un capítulo y pienso: “¡pero si yo no quería que esto pasara todavía!”, sin embargo cuando lo integro a lo ya escrito me doy cuenta de que tiene sentido, de que esa escena allí cuadra, de que es necesaria y mejor que la que yo tenía pensada. ¡Así que la dejo!
            Muchas veces al escribir así debo ir atrás y retocar lo que ya había escrito para dar verosimilitud a la nueva idea. Y así va avanzando el manuscrito hasta que se convierte en una novela sólida y que a mí me llena de ilusión.
            ¡Mañana seguiré contándoos cosas! ¡Pasad un gran domingo!  

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2 comentarios:

  1. veuss com ha contestat??? :) va valer la pena l'esforç :P
    un cop més la vida et demostra que tot esforç té recompença, així que ja ho saps... :)

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  2. Tens raó Ari!!!! Però això de la paciència no és el meu fort.... Un petó!!!!!

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