¡No le dejes entrar! (la trama 19)

8:27 Pat Casalà 4 Comments

         ¡Empezamos una nueva semana de trabajo! Acabo de desayunar y en unos minutos, cuando mi entrada esté debidamente colgada en el blog, me iré a trabajar. Lo que no sé muy bien es cómo llegaré al trabajo, ¡está lloviendo!!!!! ¡Y yo me muevo en moto! Y si voy en transporte público tardo una eternidad Bueno, por lo visto sólo me queda una opción: mojarme.
          En la oficina dos compañeros emprenden una nueva andadura. Uno acabó el viernes para incorporarse esta semana en su nuevo trabajo y mi querida M. se va el miércoles. ¡Te voy a echar muuuucho de menos! ¡Aunque te deseo toda la suerte del mundo en tu nuevo trabajo! ¡
            He pasado un fin de semana genial, las horas en la montaña compensan con creces todos los días en la ciudad, es como si al llegar allí dejara atrás todas y cada una de las preocupaciones del día a día y conectara con una paz interior imposible de reunir en cualquier otro lugar. Y esa paz me ayuda a ver la vida con mayor optimismo del normal y a no preguntarme qué pasará después. Por eso conseguí terminar la corrección de La Baraja. ¡A ver si esa tranquilidad sigue y no me engancho al mail esperando sin pausa! ¡Ya os contaré!!!!
            Bueno, vamos a por la trama.
          ….Las arrugas de su frente me demostraron, una vez más, la tensión a la que estaba sometido Ignacio. Hablaba con dificultad, como si el hecho de activar sus cuerdas vocales le costara un esfuerzo de colosales dimensiones. Soplé con resignación y volví a poner mis pies en marcha, siguiendo sus pasos en silencio, dejándome llevar por las callejuelas sin protestar ni oponer resistencia.
        Tras una media hora de avance un tanto irregular llegamos frente a la estatua de Colón por las Ramblas. Los calambres que se precipitaban hacia la coronilla cada vez eran más fuertes y me impedían respirar con normalidad. Apreté toda la piel de la cara en un claro gesto de desesperación, intentando por todos los medios deshacerme del dolor, pero nada rebajaba su intensidad.
            -¡No le dejes entrar! -Ignacio escupió las palabras despacio, entre jadeos roncos, como si la voz no le saliera con facilidad-. ¡Bloquéalo!
            Le lancé una mirada de incomprensión, mezclada con angustia.
            -¿A quién no he de dejar entrar? -me exalté-. ¿Y dónde quiere entrar?
            Siguió caminando sin más hacia la parada de autobús del Paseo Colón donde se avistaba el Nit-Bus a escasos metros. Me apremió con el brazo para que caminara un poco más rápido y yo le seguí con dificultad hasta llegar al vehículo y subir dentro de sus fauces.
            Cuando nos sentamos el brazo de Ignacio no me soltó, seguía abrazándome por los hombros con una tensión firme que mostraba el gran esfuerzo que al que estaba sometido su cuerpo. Yo estaba cada vez más mareada y sentía los embistes de mi cabeza con una fuerza colosal.
            Entrecerré los ojos un minuto para intentar relajarme. Los ojos del hombre de la escalera ocuparon la inmensidad de mis pensamientos, eran dos bolas brillando en una oscuridad densa y compacta, dos puertas a mi mente que susurraban pequeñas frases ininteligibles, dos rendijas que pretendían colarse en mi interior para descubrir mi paradero.
            Abrí los ojos con la alarma pintada en la cara. Un sudor frío y resbaladizo se encargó de perlarme cada rincón de mi piel. La respiración se me aceleró. Noté el firme abrazo de Ignacio y entendí en ese mismo instante sus palabras. El hombre de la escalera estaba desesperado por encontrarnos y estaba intentando penetrar en mi mente.
            -¿Cómo lo bloqueo? -tableteé entre jadeos.
            Él aspiró una ingente cantidad de aire por la nariz y la fue expulsando lentamente por la boca con los ojos entrecerrados. Luego fue despegando sus pestañas lentamente, hasta que su mirada se enredó en mí.
          -¿Cómo has llegado a meterte en esto? -gimió-. ¡Tu padre me aseguró que si me apartaba de ti el destino no te alcanzaría!  
            El insoportable dolor de cabeza aumentaba, era como si miles de cuchillos lo estuvieran perforando por la coronilla y fueran extendiendo los cortes por todo el cerebro. Me agarré la cabeza con ambas manos, intentando no sucumbir a la presión de aquellos ojos que en esos instantes veía incluso con los ojos abiertos. Escuchaba un siseo continuo obligándome a desprenderme de mi coraza.
          -Sara, escúchame -La voz de Ignacio parecía un murmullo lejano-. Debes concentrarte en un recuerdo agradable, en cualquier cosa que no sea el presente y que no delate nada de lo actual, en algo que te de fuerzas para apartarlo de ti.
            Deseaba gritar con todas mis fuerzas, me estaba mareando cada vez más.
            -¡No puedo! -gemí resollando-. ¡No puedo!
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4 comentarios:

  1. Hola Pat!! He estado unos días desconectado, pero veo que tú no has bajado el ritmo. Felicidades por terminar la corrección. Es una tarea pesada para todos, pero imagino que para alguien hiperactivo como tu será casi una tortura. Pero es imprescindible...
    Por lo demás, como decías ayer, la palabra clave para este curso, es "paciencia". Yo estoy igual que tú, pero no pensemos en fechas ni plazos. Lo que tenga que ser, será.
    La trama sigue y veo que has introducido un cambio. ¿Y ese punto de vista en primera persona? ¿Es para toda la historia?
    ¡Saludos!!!

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  2. ¡Hola José Antonio! ¡Espero que hayas pasado unos días tranquilos y de mucho descanso!!!! La paciencia no es mi fuerte, aunque no me queda otra. En cuanto a corregir... ¡Ojalá fuera capaz de escribirlo todo bien a la primera! ¡Jajajaja! Pero sé que es necesario y que voy a tener que darle un par o tres de vueltas más a la novela, así es que voy a buscar esa paciencia que me falta.
    Me gusta escribir en primera persona los capítulos de la protagonista y en tercera los demás. ¿Qué te parece? La verdad es que la voz narrativa que más me gusta es la primera, pero entiendo que es necesario utilizar la tercera para dar una visión más amplia de los sucesos.
    ¡Un gran abrazo!!!!!

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  3. Ey!!Ya verás que al final no estaré tan ausente!! Seguré leyendo desde un poco más lejos y no podremos ir juntas al cuarto de baño, pero siempre nos quedará el BLOG!!! Un beso y a seguir escribiendo trama que está quedando mu chula!!

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  4. Snif, snif... ¡Te queda un telediario!!! ¡Mañana aprovechamos para despedirnos!!!!
    ¡Un besico!!!

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