Series y lecturas
¡Buenos días! Ayer no pude
escribir en el blog, me fui a Madrid muy pronto para asistir a tres largas
reuniones de trabajo y llegué a casa a rozando las diez de la noche. Fue un
viaje productivo a nivel laboral, aunque el hecho de ir es en sí una enseñanza.
Hace un par de días empecé por
casualidad a ver una serie de televisión que no tenía muy claro si me iba a
gustar. Y he de admitir que estoy completamente enganchada, tanto que ayer me
pasé hasta las 1:30 viendo un episodio tras otro, ansiosa por conocer el
devenir de los protagonistas. Hace años decidí dejar de ver
series o películas de escritores, editoriales… Era doloroso en muchos aspectos
porque me recordaba de una forma demasiado visceral mi lucha por lograr una
meta inalcanzable.
Younger está
ambientada en una editorial americana, la protagonista trabaja en ella y nos
descubre algunos entresijos interesantes.
Me gusta, la disfruto y, a pesar
de algunos flecos, la encuentro muy interesante. La parte del mundo editorial retrata
en muchos momentos la realidad que nos toca vivir a los autores y cómo se
plantean los manuscritos, aunque en España no es del todo igual.
Mientras espero el regreso de mi
querida, amada y añorada The royals,
voy intercalando lecturas con series. Oultander
también está a la vuelta de la esquina, y los nuevos episodios de Teen Wolf…
En la lectura llevo un tiempo sin
acertar demasiado. He descubierto que hay libros imposibles de leer para mí.
Cuando una historia me engancha la devoro en cuestión de horas o días. No puedo
dejar de leer. Soy capaz de aprovechar cualquier instante para avanzar, ansiosa
por descubrir el contenido de los capítulos.
Sin embargo hay otras novelas que
se me hacen repetitivas, aburridas, difíciles de seguir. Es como si la forma de
narrar no lograra cautivarme y me quitara de la historia todo el rato,
dejándome sin ganas de continuar.
En estos casos me fuerzo muchas
veces a terminar, pero al final siempre termino dejando la novela porque me doy
cuenta lo poco que me importa conocer el desenlace.
Los años de corrección de mis escritos,
de aprendizaje constante, de mejoras, de intentos de encontrar los tonos y de
trabajar con perseverancia para conseguir una mayor fluidez de escritura, me
han convertido en más exigente a la hora de escoger lecturas.
Necesito pasión, emociones
impresas en las palabras, una narración sólida donde en pocas palabras se
explique la situación, unos personajes cautivadores y una historia por la que
valga la pena seguir leyendo.
Nunca diré que se trate de malas
novelas. Queda clarísimo que la opinión siempre es algo subjetivo a cada
persona y que mis preferencias no son las mismas de otro lector.
Ayer empecé otro libro que esta
vez sí me ha atrapado. ¡Por fin!
¡Feliz día! J
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