Templar el carácter
¡Buenos días! Sigo sin solucionar
del todo mi problema de internet en casa, aunque he conseguido navegar con el
ordenador. Parece mentira lo difícil que es acostumbrarse a la falta de
tecnología, volver a mirar la tele convencional, estar desconectado del mundo…
Últimamente se suceden las
noticias interesantes, pero me he dado cuenta de que me tomo las cosas de una
forma diferente. No me deslumbran las llamadas ni las propuestas porque tengo
un sexto sentido que me indica una realidad diferente a la de antes. Quizás no
salga nada y acabe en el mismo lugar en pocos días y no quiero vivir pendiente
de una espera interminable.
El paso de los años me ha
cambiado en muchísimos aspectos. A veces, cuando doy vida a un personaje y me
planteo cuál va a ser su evolución, me entra miedo en algunos aspectos porque
me parece difícil un cambio demasiado agresivo.
Se puede moldear el carácter,
encontrar una senda para avanzar hacia un estadio distinto, pero en el fondo
hay una forma de ser que subyace siempre. Si eres frío y metódico no puedes convertirte
de repente en temperamental, pasional y lleno de sentimientos. Tampoco puede
pasar al revés.
El ejemplo más claro de esta realidad
es Lúa, la protagonista indiscutible de Un
último día conmigo. Es una mujer racional, con una tendencia insana a aprisionar
sus sentimientos sin darles salida, incapaz muchas veces de dejarse llevar, con
una rigidez de carácter que va flexibilizándose poco a poco, pero nunca llega
al otro extremo.
Eso mismo me ha pasado a mí. He
perdido ese idealismo del inicio, esa emoción primaria que me hacía sentir a
punto de dar un giro a mi vida, esa sensación de estar en la cresta de la ola,
presa de las esperas. Con el tiempo he atemperado esas emociones,
convirtiéndolas en las que me llevan a crear historias, a moldear un mundo
ajeno a mi ahora, a sumergirme en tramas intensas.
Ya no veo una escalera
interminable frente a mí ni me imagino en la cima en cuatro segundos. Pienso
cada giro, medito con tranquilidad y le doy la dimensión justa a cada instante.
No quiero dar un paso en falso porque me he deslumbrado ni tirar cohetes antes
de hora ni dar saltitos de alegría por pequeños logros. Prefiero pisar suelo
firme, encontrar una senda realista y ser feliz sin construir castillos en el
aire.
Estas últimas dos semanas se han llenado
de llamadas imprevistas. Hace unos años hubiera dado saltitos de alegría, en cambio
ahora mi reacción es más templada. Prefiero ser más fría, analizar a realidad y
no dejarme llevar sin tener un mínimo de seguridad. Aunque nunca dejaré de
sonreír ante estas emocionantes llamadas ni de ver el lado maravilloso de haber
llegado hasta aquí. Pase lo que pase esa parte es increíble.
¡Feliz día! J
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