¡Y hoy la dualidad! ¡Estoy filosófica!

11:11 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! La desconexión en La Cerdaña es total. No tengo Internet en casa y                                                                                                                                                                    encima la barra espaciadora de mi portátil no funciona demasiado bien, así que mis horas frente al ordenador se diluyen en una paz inmensa que me ayuda a relajarme y cargar las baterías para afrontar una nueva semana.
Y sí, cuando me siento en mi sillón, acompañada del silencio de la mañana, las reflexiones me invaden  de manera intensa y permiten que  mi mente se pierda en los recovecos de los recuerdos, las sensaciones, los anhelos y  las realidades…
Un tema fijo en mis novelas es la lucha por el poder, las acciones que las personas son capaces de realizar para conseguir unas metas llenas de ambición, la capacidad de algunos de pisotear al prójimo para alcanzar la fama, el poder y la fortuna.         
Siempre me ha interesado la coexistencia del bien y el mal, esa dualidad que impera en los seres humanos y que según el momento, las circunstancias o la propia personalidad, decanta la balanza. Y hoy me he levantado un poco filosófica, con deseos de compartir con vosotros unos cuantos pensamientos.                                                                                                                                                 
  Vivimos en una sociedad consumista, egoísta y repleta de gente sin palabra. Pocos le conceden importancia a asumir un compromiso y cumplirlo, porque es mejor pensar en el propio beneficio que en el ajeno. Gran parte del problema proviene de la educación recibida: el cambio del autoritarismo por el “colegismo” que desemboca en la ausencia absoluta de límites a los niños para avivar una relación de amistad engañosa que se convierte en la subyugación a los caprichos de unos hijos malcriados.
 Así, ya no se respeta a nada ni a nadie. Lo único que mueve la sociedad es el dinero y el poder. Se permite todo: jugar con las esperanzas ajenas, pisar los esfuerzos de los compañeros, adjudicarse méritos robados, prometer la luna para mantener a alguien atado por si acaso algún día es necesario. Y todo ello se convierte en papel mojado cuando llega el momento de cumplir las expectativas creadas, unas expectativas que se desmoronan como un castillo de naipes. La nada engulle las ilusiones, se traga por completo los sueños de los débiles, porque llamamos débiles a las personas que juegan limpio en un mundo invadido por los tiburones.
Se ha perdido de vista algo tan fundamental como el altruismo. A cambio, se han ensalzado los valores equivocados de luchar con malas artes para conseguir unas metas vacías, porque el que llega arriba lo hace, en muchas ocasiones, a costa de las ilusiones de otros. Y en la cima no le quedan amigos, tan sólo carroñeros al acecho de un resbalón para lanzarse encima de la presa.
A pesar de las desilusiones, las promesas rotas y los sueños quebrados por incumplimiento de otros, últimamente he encontrado a maravillosas personas que tienen palabra, que luchan por sobresalir por méritos propios, que prometen las realidades y que no crean falsas esperanzas. Y sólo gracias a las redes sociales y a la escritura diaria de este blog he llegado al alma de gente fabulosa. Incluso he descubierto que hay algunos conocidos con buen corazón que se ofrecen a ayudar a cambio de nada. ¡Así que me siento feliz, dichosa y agradecida!
Si todos nos dejamos arrastrar por la corriente negativa que impera en la sociedad acabaremos perdiendo lo único que nos mantiene fieles a nuestras esperanzas, a nuestros a sueños y a nuestra forma de ser.
Con estas palabras sólo pretendo dar una vuelta de tuerca a algunas de las realidades que nos envuelven, pero también quiero abrir una ventana a la esperanza, una que me ayuda a ver la parte    positiva en cada persona a la que me acerco en la vida, a explorar la idea de que todos tenemos buenos sentimientos y buenas intenciones, a confiar ciegamente en los demás a pesar de que sus actos no merezcan esa confianza.
Por suerte, cuando camino por el puente que une mi mundo paralelo con el real y puedo dar vida a mis personajes en un papel, la lucha entre el bien y el mal está en mis manos y puedo dotar de fuerza cada uno de los polos opuestos que conviven entre nosotros y delimitar hasta donde llega la maldad de unos y la bondad de otros.
Y, lo mejor de todo, ¡el final de la novela está en mis manos! ¿Vence el bien, el mal o ninguno? 
¡Feliz día!        

You Might Also Like

0 comentarios: