La libertad del silencio

11:11 Pat Casalà 4 Comments

¡Buenos días! El silencio sacro que me acompaña durante las horas solitarias en esta casa me descubre un mundo nuevo, una capacidad increíble para sumirme en la escritura sin esperar ni anhelar ni sentir la necesidad de que las novelas se editen. Aquí me siento libre, feliz, increíblemente emocionada con los relatos, las tramas, las subtramas y los personajes.

Recuerdo el verano en el que escribí La Baraja sentada en este mismo sillón, con los niños en el casal del pueblo y mi imaginación acompañando a Pam a descubrir los secretos del pasado. ¡Fue un mes mágico!

Sentir esas cosquillas en el abdomen que se precipitan por todo el cuerpo, ese frenesí al traspasar el puente que une mis mundos paralelos con el papel del Word, los sobresaltos que sacuden unas vidas por un simple hecho que desencadena un sinfín de situaciones… ¡Eso es vivir por y para la escritura!

La vida no es un reflejo directo de nuestros deseos, hay instantes en los que saboreamos una realidad que nos apasionaría que se alargara en el tiempo, una felicidad efímera que se desvanece cuando llega el momento de retomar una rutina necesaria para avanzar por el sendero correcto.

Pero añoro esa libertad, esa conexión con la novela, ese nexo con los personajes que me absorbía de tal manera que era capaz de teclear horas enteras sin atender al reloj, a las redes sociales, a Internet,…

Un escritor debería dedicarse únicamente a crear, igual que un pintor o un escultor o un cantante. ¡Pero se necesita trabajar en algo para vivir! Porque del aire no se come ni se paga los colegios ni las facturas…

La Baraja fue una novela que se escribió sola. Se gestó en un telearrastre un día de abril y puse el punto y final un 30 de julio del mismo año, con una alegría que todavía ahora recuerdo con nostalgia. Era una ilusión anhelante, una seguridad en mi trabajo que aplastaba cualquier resquicio de sombra que se alargara cercana a mí.

¿Quién no se ha sentido así alguna vez? Es algo mágico, pensar que has trabajado duro, que has creado un manuscrito donde las tramas se entrecruzan para formar un todo, donde has impreso tus emociones, tus deseos, tus sueños.

Una vez os dije que la inspiración es como una montaña rusa por la que deambulo en solitario. Hay días en los que encumbro una necesidad imperiosa de escribir y la narración sale sola, sin empujarla. Esos días me siento y tecleo, conecto con facilidad con mi mundo paralelo, doto de emociones a mis personajes y los llevo por un tortuoso sendero donde crecen, se conocen, interactúan…

Parte de la energía necesaria para subir es la de creer que algún día podré vivir de mis escritos. Eso era lo que realmente me empujaba a sentarme en el sillón, evadirme del presente y escribir sin freno. Esa es la libertad que necesito, la que añoro, la que deseo.

Mañana tocará regresar a la rutina, a una rutina que me aporta su pedacito de felicidad, así que no me quejo, disfruto de cada instante, sonrío con cada momento y exprimo los acontecimientos diarios con un toque de felicidad, porque no se puede caminar por la vida con la certeza de que se quiere vivir de otra manera.

¡Si no eres feliz con tu presente, busca la manera de cambiarlo o de asumirlo con ilusión!

Soñar en un mundo donde consiga tocar el cielo de mis esperanzas forma parte de mi proceso creativo, quizás porque cuando sueño, creo y cuando toco con los pies en el suelo me percato de la realidad, de que muchos de los indicios que me indicaban un sendero claro hacia la meta se desdibujan en actos diferentes.

Aunque no os negaré que cuando estoy aquí sentada, con la cada dormida y la soledad como compañera deseo con todas mis fuerzas vivir así cada instante de mi futuro, respirar este silencio, teclear, crear, imaginar…

De momento disfrutare de estos días mágicos y el lunes volveré al trabajo con alegría.

¡Feliz sábado a todos!! J