Un poco de recuerdos...
¡Buenos días! Hoy parece que el sol quiere reinar en el cielo y
regalarnos una luz perfecta para sonreírJ.
La verdad es que esta mañana todo me sale torcido, tengo a la niña
enferma y no sé cómo solucionar el tema de que esté en casa todo el día, hoy es
jueves y yo trabajo de 8 a 18, y tengo una pre-auditoría a las 9 que se puede
alargar todo el día…
Es que a veces se tuercen las cosas sin remedio y poco podemos hacer
para remediarlas…
Ayer reflexioné muchísimo acerca de algunos temas que últimamente
me ocupan. Uno de ellos es la maravillosa dosis de energía positiva que me
transmite escribir cada mañana, aunque sea muy pronto y a veces mis palabras no
sean del todo coherentes. ¡El blog es una fuente de confianza inmensa!
Tras tantos meses en busca de temas diarios de los que tratar he
aprendido a soltarme, a no tener nunca la mente en blanco y a escribir mejor,
porque a escribir se aprende escribiendo, como a leer se aprende leyendo…
Sé que hay mañanas en las que mis temas no son muy currados, pero
pensad que hoy publico el post número 549 y que no es fácil mantener el listón
súper alto cada día.
Ayer preparé la primera de las recetas de mi abuela para mi
familia: ¡patatas al horno! ¡Debían estar buenísimas! Yo no las probé, de
momento ceno ensaladas… También hice solomillo de cerdo al jerez (eso es receta
propia).
Desde que encontré esas recetas me propuse volver a cocinar,
aunque sea para otros… De pequeña me encantaba preparar pasteles y platos,
experimentar con los fogones, inventar mezclas de comida… Con el tiempo dejé de
hacerlo, la cocina requiere de muchas horas de dedicación y mis jornadas
estiradas al límite permiten poco tiempo libre para cocinar.
Sin embargo creo que a partir de noviembre me voy a poner el reto
de hacer una receta de la abuela a la semana, ¡a ver si puedo cumplirlo!
Cocinar es algo gratificante cuando pones los cinco sentidos,
aunque luego no te comas el resultado…
Cuando era más joven me pasaba muchas horas en la cocina, estar
pensando en la cocción, en los ingredientes, en la masa o en lo que fuera que
estaba en el horno me ayudaba a relajar los nervios. A veces, justo antes de un
examen me pasaba la tarde preparando algún guiso para mis padres con la única
intención de serenar mis nervios. Entre ingrediente e ingrediente repasaba la
lección.
¡Qué recuerdos más agradables! Quizás el más divertido es el de mi
niñez. Debía tener unos diez o doce años, por las tardes mis padres trabajaban
hasta tarde y la señora que nos cuidaba estaba más atenta a mi hermana de tres
o cinco años que de mí por razones obvias. Así que buscaba entretenimientos
varios… ¡El que más me gustaba era hacer pasteles y venderlos por la escalera
en porciones!
Un día mi madre se encontró a una vecina que le dijo lo buenos que
eran mis pasteles, que casi cada tarde me compraba un tres o cuatro trozos para
merendar y que era una joya de niña. Jajajajaja, ¡mi madre se quedó de piedra!
A ver si ahora retomo el hábito de cocinar, ¡aunque voy a dejar en
paz a los vecinos!
¡Feliz día! J
Un muy feliz martes... martes, hoy es martes jejeje (al comienzo tú ya estás en jueves ;-))
ResponderEliminarEspero que tu niña mejore pronto y que no sea nada importante.
Ya ves, el tema de la cocina y las recetas de la abuela te da más argumentos para escribir cada mañana :-)
¡Es que tengo ganas de terminar la semana antes de empezar!! BESOSSSS
EliminarQue bueno lo de hacer los pasteles y venderlos de niña, jaja, menuda negociante!!!
ResponderEliminarLo de las recetas de la abuela suena muy, muy bien, eso no puede perderse.
Besotes
¡Eso pienso yo!! Así que buscaré la manera de volver a cocinar.. BESOS
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