Pensamientos constructivos
¡Buenos días!
Estoy metida dentro de la cama con el nórdico arrebujado hasta arriba y la
mirada perdida en el exterior. La vista no es magnífica como en La Cerdaña,
pero si la miras con ilusión descubres la paz necesaria para respirar
serenidad.
No hay ruido,
apenas escucho las hojas secas que friegan el suelo cuando una débil brisa las
arrastra. Mi patio, una gran terraza que circunda mi casa, está vacío, el tobogán
y el caballo que tenían mis hijos de pequeños desaparecieron cuando su edad pasó
de la infancia a la pubertad. ¡Quizás en un futuro me plantee arreglar ese
trocito de terraza!
La soledad me
encanta, parece mentira que una persona habladora, movida, activa y con tantísimas
cosas en la cabeza sea capaz de pasar horas de aislamiento frente al portátil…
Admito que echo de menos a mi marido, ¡China está muy lejos! Y la diferencia
horaria permite hablar muy poquito, pero las horas en las que la casa duerme y
las paso sin compañía son perfectas para la inspiración.
Hay instantes
en nuestra vida en los que es necesario mirar atrás, pensar, tomar decisiones y
escuchar aquella voz interior que clama por exponer algunas realidades que nos
negamos a ver.
Los años
pasan sin acontecimientos esperados, las expectativas que un día lejano se
levantaron con ladrillos de ilusión y esperanza ahora se convierten en nuevos
mahones desperdigados por el suelo que desean encontrar un cemento que los una
con mayor estabilidad, uno que no se moje con las tormentas ni se deshaga con
el paso de los años.
El otro día alguien
a quien admiraba me dijo que escribir debe ser una tarea feliz, que si comporta
dolor no vale la pena continuar adelante. A mí la escritura, la creación, las
tramas y la cercanía de los personajes me producen una sensación plena de
libertad, felicidad y alegría.
Durante diez
años he circulado por una montaña rusa de emociones, cuando escribo una novela
y veo cómo las historias crecen en mi cabeza mi mundo es perfecto, estoy en la
cima de mis aspiraciones, toco el cielo de la felicidad.
Las primeras
correcciones también se llenan de emociones. A veces me admira ser capaz de
describir un sentimiento o de que mi cabeza vuelva a reproducir aquellas escenas
álgidas de la misma manera que la primera vez.
Sentir esa
conexión con las tramas te ciega, por eso es importante dejar reposar las
novelas en un cajón hasta que estás plenamente convencida de que el tiempo ha
roto el cordón umbilical que te unía al manuscrito y puedes vestirte con un
traje de crítica objetividad.
El dolor, la
tristeza, la angustia y la ansiedad se reflejan en un mismo punto, uno que al principio
pensé que era la luz que alumbraría mi camino.
Ahora que
entiendo mejor la manera de afrontar la realidad, que me siento realizada con
las 200 lecturas de El Secreto de las Cuartetas, que empiezo a creer que el
esfuerzo ha valido la pena, creo que ya no es cuestión de publicar ni de lanzar
una carrera ni de vender muchas novelas, ahora se trata del factor humano, de
la ausencia de cariño, de la falta de respuesta y de la poca atención que
recibe mi trabajo.
Pienso,
estudio, analizo, siento… El torbellino que arrasa mi mente es implacable,
vapulea mis cimientos, mis sentidos, mis creencias hasta el punto de desestabilizarme.
Hay instantes en los que creo que valió la pena, otros en los que dudo incluso
de mí misma y, a medida que avanzan los años, ganan la batalla los instantes en
los que pienso que se acabó, que esta situación no es la que me pintaron el
primer día ni la que ayudaron a que mi mente trazara ni es de lejos algo
normal.
El miedo a quedarme
sola, a volver a empezar, a no sentir que el tiempo se ha escurrido entre
esperas infructuosas, angustias eternas y falta de interés o de tiempo, me ha
abocado durante años a continuar buscando excusas para justificar lo
injustificable, para sentir que valía la pena la espera, que la realidad en la
que vivía era una promesa de final feliz.
Amo y creo,
como dice Bea cada día. Pienso que siempre es mejor luchar que quedarse a
llorar en un rincón, así que me cuesta entender la falta de agallas que he
demostrado estos años, siempre esperando, siempre trabajando en una dirección
concreta, siempre escuchando que no era lo suficientemente buena, que no estaba
a la altura, que debía trabajar más, leer más, pulir más… ¡Y esas afirmaciones
pasan factura! Ahora dudo incluso de mi propia sombra, ya no sé si está bien
escrito si es un bodrio o si vale la
pena continuar…
Tengo un vacío
creativo, uno inmenso, tan grande que me hace volver la vista atrás para
corregir de manera intermitente mi obra pasada, todo para no asumir que tras
tantos años de escuchar la misma canción las ideas se me han secado y mi mente
se niega a volver a componer historias que alfombren mis mundos paralelos.
Quizás la
hora de saltar al vacío y tomar una decisión drástica se acerca…
Esta entrada
no es triste, no es agónica ni desea que penséis que estoy al borde de la
tristeza, al contrario, para mí demuestra que he madurado, que el miedo a
volver a empezar ya no me asusta y que la vida continúa siempre hacia adelante,
mostrando en todo momento vías alternativas. Y quizás, solo quizás, debo
recapacitar sobre cuál de los senderos me conviene más…
¡Feliz
domingo! J
Yo sé que no es una entrada triste, ni de abandono, más bien resoluta. Como testigo directo de todo y, a la vez, protagonista en parte, ya sabes lo que creo: una opinión no puede controlar tu mundo, porque solo es una y puede que esté equivocada (de hecho yo no la comparto). Haz lo que sientas, lo que te apetezca, sin miedos. Escribes por un motivo, y ese lo conoces a la perfección, lo que después traigan esas novelas es lo de menos, si es un cajón o lectores, que sea tu decisión y no la de los demás. Ya hemos visto que hay muchos caminos alternativos y que no todos han de pasar por lo tradicional.
ResponderEliminarFeliz domingo. Un beso muy fuerte!!!
Gracias por tus palabras, María. He de tomar una decisión, ¡a ver si esta semana me veo con fuerzas!! :-)
EliminarUn muy feliz domingo y fuerza, mucha fuerza y entusiasmo. Que lo que hagas sea siempre tu decisión.
ResponderEliminarSupongo que el vacío creativo es algo normal... no se puede estar siempre inspirado. Estoy convencida de que ese vacío de pronto se llenará con nuevas historias.
Y si tienes dudas de si escribes bien date un paseo por cualquiera de los 20 comentarios que tiene "El secreto..." (también puedes pasearte por el 21, para que siempre sepas que nunca llueve a gusto de todos, pero sobre todo para que sepas que "de todo hay en la viña del Señor").
Estos días estoy con Laura y Tomás y, de momento, estoy atrapada con ellos :-)
¡Gracias Pilar!! :-) ¡Tus ánimos son geniales! :-) ¡Feliz semana!!! :-)
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