¡Ayer volví a bailar!
¡Buenos días! Las nubes ocupan un gran espacio en el cielo, lo
manchan con su textura blanquecina, presagiando un día tapado, uno de aquellos
en los que apenas vemos el sol y la atmósfera se cubre con un color gris
plomizo que me induce a la melancolía.
Pero no quiero estar triste ni lamentarme ni encapotarme como el
cielo, quiero mirar hacia delante con ilusión, con esperanza y con la seguridad
de que mi esfuerzo vale la pena, así que me he propuesto no consultar las listas
de Amazon durante unos días, no mirar constantemente el mail y no pensar en qué
va a suceder mañana, de momento me quedo con lo que está pasando hoy… Buena
filosofía, ¿no?
Ayer me ilusioné muchísimo cuando por fin vencí el miedo y entré
en la clase de baile tras nueve meses de ausencia. El calor del profesor, de
mis compañeras, de la música, de los pasos… ¡Fue una experiencia increíble!
Volver a sentir, a moverme al son de la melodía, a copiar los pasos y a
permitir que mi mente se alejara de los pensamientos por unos minutos fue
impresionante, la terapia que necesitaba.
Bailar para mí significa mucho más de lo que estoy dispuesta a
admitir. No es únicamente el ejercicio en sí, hay también un componente de
amistad, de tranquilidad, de no pensar en nada y de permitir que mi cuerpo se
destense.
Entré en la clase con una sonrisa nerviosa. La emoción de regresar
se entremezclaba con el pavor de que la rodilla no me aguantara. El médico me
dijo que debía esperar un par de meses más para bailar… ¡Pero tenía tantas,
tantas, tantas ganas!
Cuando los primeros acordes llenaron la sala suspiré, cerré los
ojos y me dispuse a ejecutar los primeros pasos de la coreografía. Pequeño
saltito a la derecha subiendo los brazos, gírate, baja el cuerpo, súbelo y ya.
Lo ejecuté con energía, con demasiada energía diría yo, así que enseguida mi
rodilla operada se quejó. No en vano tengo la misma operación que Villa…
jajajaja, ¡y encima yo no tengo tanta ayuda!!
Los primeros minutos me di cuenta de que debía bailar más lenta,
solo marcando los pasos, y no dejarme dominar por mi instinto deseoso de darlo
todo. La verdad es que es más difícil bailar así que dejarte ir… Pero como yo
quiero conseguirlo, y una de las condiciones indispensables es poner mi cuerpo
en forma, seguí adelante con la clase a un ritmo pausado.
¡Qué emoción! ¡Pude bailar! Aunque a los tres cuartos de hora mi
rodilla dijo basta, salí de la clase y me fui a casa a ponerme hielo para
deshincharla. ¡Y hoy tengo unas agujetas que casi no me puedo ni mover! ¡Pero
valió la pena! ¡Y fue fantástico!
Así que el primer reto de la semana está superado. Hoy voy a por
el segundo, el más difícil, el que me hace temblar la mano cada vez que estoy a
punto de darle a enviar al email… ¡Pero
hoy voy a respirar hondo y a saltar al vacío! Uffffffffffffffff
Me gustaría recordaros que se ha abierto el plazo para apuntarse a
un book tour de El Secreto de las Cuartetas – Descifrando las Profecías de
Nostradamus (enlace). Si tenéis un blog y queréis reseñar la novela, apuntaros.
Y también quiero volver a poner aquí el book trailer de El Secreto de los
Cristales, ¡para los que no lo habéis visto! Y anunciaros que ha salido una
reseña de El Secreto de las Cuartetas (enlace).
¡Feliz día! J
Por lo menos a mí me tienes intrigado con eso del salto de fe (y más como tienes la rodilla).
ResponderEliminarAixxxxxx
EliminarFeliz martes.
ResponderEliminar¡Baila, baila, baila! :-)
Suerte.
¡Quiero bailar! :-)
Eliminar"Bailar para mí significa mucho más de lo que estoy dispuesta a admitir. No es únicamente el ejercicio en sí, hay también un componente de amistad, de tranquilidad, de no pensar en nada y de permitir que mi cuerpo se destense".
ResponderEliminarMe quedo con estas palabras, Pat. Momentos de magia, de unión con uno y con los demás, espacio de compañerismo.
Espero que tu rodilla te permita continuar con las clases.Se nota que te gusta y te hace bien.
Un abrazo.
Yo también espero que mi rodilla agunte el tute... ¡Un beso Pilar!
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