¡Impresiones de la entrevista a Cristina Roswell!
¡Buenos días!
Tras una mañana de miércoles de infarto me subí al coche, cargué las maletas y
me vine a las montañas con los niños. ¡Qué bien se está aquí rodeada de
tranquilidad! Hay días en los que aparcar los problemas en Barcelona ayuda a consultar
sus posibles soluciones con la almohada.
Vamos por
partes, el miércoles me pasó de todo. Tras trabajar contrarreloj para conseguir
que todo el trabajo quedara solucionado (dos reuniones, varios marrones, pago
de nóminas,…), terminé mi jornada laboral y me fui a la moto. ¡Y descubrí que
había perdido las llaves!
Me invadió el
agobio al instante. Las busqué por la calle, por los despachos donde tuve las
reuniones, por mi oficina, pero nada, no estaban por ninguna parte, así que
acabé en el autobús con ganas de llorar. Al fin comí tardísimo, hice las
maletas, las subí al coche con ayuda de mis hijos y emprendí la marcha. ¡Estaba
con los nervios en punta!
El viaje fue
genial, sin coches, sin problemas, sin colas… Al llegar me fui directa al
Carrefour y luego a casa a ordenarlo todo. Y cuando ya estaba frente a la
chimenea encendida, con el ordenador en el regazo y la serenidad como
compañera, me acordé de algo: ¡me había dejado en Barcelona una medicación
importante!
Así que ya me
veis a las 20:30 montada en el coche, con un conato de nervios, en busca de una
farmacia de guardia. Se me ocurrió ir a LLívia a encontrar una dirección para
cargarla en el GPS. Y en menos de 15 minutos estaba frente al establecimiento
abierto. Con mi estado de agitación ni me fijé donde dejaba el coche, vi un
sitio libre y lo aparqué.
En la
farmacia no tuve ningún problema, me dieron la medicación sin receta, pero
cuando salí me encontré un policía frente al coche, multándome. Y os prometo que fue surrealista. Le pedí perdón...
—Los
conductores no sabéis nada —se quejó—. Siempre pedís perdón y eso no es lo que
se debe hacer.
—Tiene usted
razón, lo siento, no me fijé donde aparcaba.
—¡Qué no me
de la razón! ¡Esa no es la actitud! —Meneó la cabeza en un gesto de exasperación—.
Si sigue en esa línea le van a poner muchísimas multas.
—Vale, pues
perdone por no saber qué decir y gracias por no ponerme la multa.
—¡Si es que
se está librando de 200 euros y no sabe qué decir! —Compuso una mueca de disconformidad—.
Es que no sabéis, los conductores no sabéis.
Al final,
tras intentar saber qué quería que le dijera, es que me sentí totalmente
impotente, se fue hacia el coche patrulla negando con la cabeza. Yo me metí en
mi coche y arranqué a llorar mientras conducía… ¡Ufffff! ¡Qué día! La moto en
la calle (espero que no me la roben), el episodio del policía, los nervios del
día…
Bueno, por
suerte no son más que anécdotas que quedan en el olvido del ayer. Así que ahora
me voy a concentrar en explicaros mis impresiones a la entrevista de Cristina.
En general me
encantaron sus respuestas directas y concisas, sin subterfugios, compartiendo
con todos las dificultades que nos encontramos los escritores a la hora de
hacer públicas nuestras obras. En su caso optó por arriesgarse con la editorial
Kiwi y de momento está contenta con el resultado.
Como todos
los escritores a los que he entrevistado era una niña con mundos paralelos en
los que se perdía cuando dejaba vagar su imaginación. ¡Y como a mí, le gustaba
inventarse otros finales para las películas! ¡O las alargaba más allá del The
End cinematográfico!
Estoy de
acuerdo con ella cuando afirma que la creatividad se puede cultivar y también comparto
su opinión de que todos podemos llegar a escribir una novela, es cierto que
existen miles de talleres de escritura creativa, pero también creo que la
capacidad de hilar tramas y de ser original a la hora de desligarlas es algo
difícil de aprender, más bien convive con los escritores desde su infancia.
¡Yo también
soñaba con vivir de la escritura! Aunque el tiempo me ha demostrado que en mi
caso no va a ser posible. La verdad es que Cristina cuenta con juventud y
tiempo para forjarse ese futuro que desea y desde aquí le doy toda la fuerza
necesaria para lograr su objetivo. Aunque sí que hay salidas a la Historia del
Arte: trabajar en galerías, dar clases, ser marchante de arte, dedicarse a
restaurar obras… ¡Creo que es un mundo fascinante!
¡Ya tengo ganas
de leer sus nuevos proyectos! Seguro que nos obsequia con fantásticas novelas
bien escritas y con una historia sorprendente, mezclar la historia con mitos
folclóricos resulta intrigante y ameno, ¿no creéis?
Y, para
terminar, voy a citar su última palabra: libertad. Ya es la tercera o la cuarta
autora entrevistada que define la escritura con esa palabra… ¡Así que voy a ir
en busca de esa liberad!
¡Feliz día! J
Uffffffffffffffff pues si que tuviste un miércoles lleno de aventuras.
ResponderEliminarNosdías y un muy feliz viernes.
(Ayer tuve falta de asistencia ;-))
¡Con tu asistencia casi diaria no puedo decirte nada más que gracias por estar ahí! ¡BESOS!!
EliminarMadre m´ia, vaya d´ia m´as "completo" :S
ResponderEliminarDescansa y rel´ajate estos d´ias, q t vendr´an genial!!!
Besotes
La verdad es que fue un día estresante... ¡Suerte que en las montañas todo se arregla! :-) ¡BESOS!
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