Regalo de bodas
¡Buenos días! Vamos camino del viernes… Este fin de semana tengo
mil cosas interesantes que hacer, así que tengo muchísimas ganas de que llegue,
para llenarlo hasta los topes de ilusiones.
Ayer celebramos una comida para entregarle el regalo de boda a un
amigo que se casa el próximo sábado día siete. En mi época todavía se hacían listas
de boda en tiendas de muebles, pero ahora se estilan otras cosas… Me quedé
alucinada cuando descubrí que lo normal es hacerles algún tipo de prueba
complicada para que consigan dinero en efectivo.
Aunque también es verdad que cada vez menos personas se casan como
lo hice yo, siendo ese el día que se inicia la convivencia con su pareja. Era
tan joven… Tenía veintitrés años y me pasé casi uno preparándolo todo para que
estuviera perfecto.
El trabajo que tenías entonces era intenso: buscar un piso, hacer
las obras mínimas, comprar muebles, electrodomésticos, ropa de cama… Montar un
hogar cuesta un montón de horas. Luego
teníamos la importante tarea de conseguir que la boda fuera perfecta.
Ahora resulta que la gente suele casarse más tarde y muchos de
ellos ya vivían juntos, o como mínimo ese es el caso de los últimos amigos que
han sellado su relación con un casamiento. Y los regalos ya no son un ingreso
en la cuenta corriente ni una compra en una tienda de muebles, ahora se hacen
pequeñas travesuras.
¡Hay que ver cómo cambian los tiempos! He oído de todo: darles
muchas bolsas con monedas de veinte céntimos, prepararles una gincana por las
montañas para encontrar pistas enterradas, esconder en un pote de lentejas la
combinación de números para acceder a una cuenta bancaria, poner una bolsa con
dinero dentro de un ladrillo y llenarlo de cemento…
Tras varios emails cruzados entre los invitados conocidos,
decidimos comprar una caja fuerte con código electrónico, tipo las que hay en
los hoteles, y escribir los dígitos para abrirla en unos confetis. Luego los
pusimos en una caja con medio quilo de papelitos más y se lo entregamos con una
sonrisa. ¡Ahora les toca encontrar los números entre miles de confeti!
Su cara fue un poema, intentaron persuadirnos para que les
diéramos una pista, pero nosotros nos mantuvimos en silencio sin compartir con
ellos ni la más mínima información. ¡Por no saber no tienen ni idea de cuántos
números componen la clave! Ni tampoco les dijimos qué encontrarán dentro de la
caja…
Yo prefiero el método a la antigua, me parece una pequeña fechoría
darles así el dinero…
¡Feliz día! J
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