Darle a enviar
¡Buenos días! Hoy no he dormido muy bien. Ayer a las once de
la noche envié por fin las galeradas de CDTEAT a la editorial dándolo por bueno
y no he dejado de pensar en si podría darle un par de vueltas más, con la
sensación de que nunca estará lo suficientemente bien.
Esta sensación es parte de mí desde hace tiempo. Al principio
me costaba ser crítica con las novelas, no encontraba la manera de ver más allá
de mi conexión con ellas. Los años han borrado esa idealización para traerme
una realidad diferente.
Cada nueva lectura de los manuscritos me despierta deseos de
corregir trozos, de cambiar párrafos, de pulir algunos aspectos de la historia.
Nunca es suficiente.
A veces hace tanto tiempo que dejé de escribirla, hay tantos
nuevos personajes en mi vida, tantas nuevas historias, que cuando releo me doy cuenta
de que yo ya no escribo así, he evolucionado, he perdido una parte de esa
redacción para abrazar otra y no se me da bien verme expuesta a la narración
anterior. Entonces desearía tener tiempo para reescribir, adaptar la novela a
mi forma actual de ver la narración, cambiar hasta la última coma.
Por suerte la sensatez se impone. Normalmente me pasa cuando
ya he firmado un contrato con una editorial y he de entregar la novela. Entonces
la voz de mi conciencia dice: «te la han comprado, les gusta. No le des más
vueltas».
Miedo, esperanza, inquietud, ilusión, un nudo en el estómago,
pánico, felicidad, sensación de estar frente a un salto al vacío… Esas emociones
me vapulean al encontrarme en el abismo de darle a enviar, de decir ya está, he
terminado, así irá a la imprenta… Es como si aguantara la respiración apretando
los puños, acompañada de una sonrisa llena de expectación, con la sensación de
que mis pies están a punto de dejar la firmeza del suelo para flotar en la ingravidez
de un abismo.
¿Gustará? ¿Estará a la altura? ¿Conseguiré llegar a algún corazón?
¿Necesitaba más retoques? ¿O está bien así?
No sé si algún día me desprenderé de esta sensación, del deseo
de tocar y retocar una y otra vez los escritos antes de que lleguen a la estantería.
Hay un momento en el que me he de plantar, darle a la tecla y mandar el
manuscrito. Espero lograr emocionaros y despertar algún suspiro en vosotros.
Quizás los años de negativas son los culpables de haberme
convertido en una persona altamente perfeccionista con mis trabajos. Cada
crítica negativa escrita con respeto me ayuda a entender cuáles son mis puntos
débiles, al escucharlas consigo avanzar, mejorar, interiorizar una nueva vuelta
de tuerca a la escritura, a la narración, a las historias.
¡Feliz día! J
¡Claro que lo conseguirás! El perfeccionista que llevamos dentro nos obliga a querer controlar todo, pero es bueno liberar y empezar a confiar.
ResponderEliminarEso es cierto... A mí me cuesta mucho no releer constantemente los manuscritos...
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