Un poquito de Perdida en la niebla
¡Buenos días! Llevo unos días ausente, he tenido un montón de
trabajo y mil instantes estresantes, pero vuelvo a estar aquí con deseos de escribir,
sonreír y dejar volar la imaginación.
Con tiempo y perspectiva las cosas se ven mucho mejor. Por fin
he conseguido terminar mi maratoniana corrección de LB y estoy dispuesta a que
mi mente regrese a la inspiración anterior, con esa agitación interior que me
impulsaba a pasarme las horas aporreando el teclado y la excitación propia de
la creación.
A veces necesito esa distancia para relajarme y encontrar la
vía directa a escribir con la fuerza necesaria porque las escenas merecen
intensidad. Por suerte las ideas no cesan, tengo un montón de ellas para
revisar NDDB y quizás empezar una nueva historia, dándole vueltas a una trama
que se me ocurrió en un sueño.
Ayer salió una reseña de Perdida
en la niebla que me gustó (enlace). Cristina Pardo, la administradora del
blog Libreando con Cristina, explicó
de una forma poética la historia que podéis encontraros en las páginas de la
novela y capta la realidad de Ernesto y Sussie.
En esta novela es importante la ambientación de Puerto Rico
para las primeras páginas, el romance lento y pausado que se forja entre dos
personas muy opuestas en formas de pensar y de afrontar la vida, esa
interacción entre ellos que hace surgir los sentimientos lentamente.
Sussie está instalada en la casa contigua a la de Ernesto. Le
gusta salir al porche a observar la playa de noche. Allí es donde poco a poco
se conocen con charlas bajo la luz de la luna. Os dejo un trocito del primer
día de Sussie en ese lugar:
Salgo al porche con la taza de té entre
las manos. Es una taza grande, con una sola asa y las iniciales de Nueva York
sobresaliendo de unos dibujos de rascacielos. Supongo que en otra época fue un souvenir de esa ciudad a la que algún
día me gustaría ir.
Me siento un rato a mirar al horizonte
oscuro y ennegrecido. Son las estrellas parpadeantes las que llaman mi atención,
brillan con una luz tan intensa…
Y en esta él camina hacia ella para pasar un rato juntos:
Descubre la luz del porche de la casa
de invitados en el mismo instante en el que ella la enciende. Se la imagina con
una taza de té en la mano, sentada en uno de los sillones, con aquella mirada
extinguida posada en el océano y alguna lágrima rebelde resbalando por sus
mejillas sonrojadas a causa de la exposición solar de la mañana.
Son sus piernas las que deciden caminar
hasta allí, actúa guiado por un instinto primario.
—¿Es té? —pregunta sobresaltándola.
—Rooibos de vainilla. —Ella sonríe con
tensión al cerciorarse de que no hay peligro—. Por la noche no puedo tomar
teína si quiero dormir… ¿Te sirvo un poco? La tetera es grande y cabe muchísima
agua.
—Yo soy más de bourbon, ron, tequila o
vino, la verdad.
Ernesto acepta su invitación tácita y
se sienta en uno de los sillones.
Os animo a leer esta novela, en ella hay un romance a fuego
lento, un misterio, secretos, intriga, mentiras familiares…
¡Feliz día! J
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