Cuando el destino nos encuentre

8:18 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! A veces una simple casualidad me lleva a desarrollar una historia intensa, llena de momentos especiales y de situaciones que nunca imaginé descubrir.
Hoy quiero hablaros de cómo nació CEDNE, una historia donde conocemos dos Filipinas separadas por más de un siglo. La actual, a través de mis ojos, y la de la revolución de los tagalos, poco antes de que los españoles dejaran la colonia, a través de los ojos de la historia.


En 2017 hice un maravilloso viaje familiar a Filipinas que me llenó de sensaciones y de buenas vibraciones. Todavía hoy sueño con coger mi mochila e irme a vivir a Siquijor durante un tiempo indeterminado, sin más obligación que pasar los días absorbiendo las nuevas experiencias para plasmarlas en una novela.
En mi primer día en Filipinas tuve una de esas revelaciones que terminan por germinar en una historia. Estaba en un ferry destino a Bantayan desde Cebú, ciudad donde llegamos el día anterior tras dos vuelos internacionales y uno nacional. 


El calor sofocante del trópico me llenaba el cuerpo con un sudor húmedo y pegajoso. Estábamos cansados por lo poco que habíamos dormido y teníamos unas ganas locas de llegar a destino porque llevábamos más de treinta horas viajando desde nuestra salida de Barcelona.
El ferry era un barco antiguo y destrozado de hierro azul descolorido. Había una plataforma larguísima donde se agolpaban los coches y camiones repletos de mercancías para llevar a la isla. Y hacía un calor asfixiante. 


Al final de la plataforma, tras caminar bajo un sol de justicia, llegamos a una cabina de dos pisos. En la de abajo estaban los lugareños, en la de arriba estábamos los demás.
Me senté en un banco al lado de la barandilla con vistas al mar. El barco no avanzaba demasiado rápido y apenas había una brisa suave que me refrescara. Teníamos más de treinta minutos de trayecto y decidí ponerme a leer con el Kindle. En los veintiún días de viaje me leí doce libros…
Mientras descubría las aventuras de la novela me fijé en el chico que tenía delante. Rubio, ojos azules, vestido con una camiseta de una organización humanitaria, joven… Dejé el Kindle a un lado para escucharlo cuando empezó a hablar con una pareja de holandeses que se sentaron a su lado con sus mochilas.


Se llamaba Daniel… Trabajaba en tareas humanitarias en la isla de Bantayan… Era australiano… Estaba entusiasmado con Filipinas…
Mi mente conectó enseguida esas palabras en inglés, descubrió la posibilidad de usar el viaje por tierras ajenas como base para una historia y supo que Daniel sería uno de sus protagonistas. Daniel Tate. El apellido me vino a la mente y decidí explorarlo.
A partir de ese instante me descubrí dándole vueltas a la historia en cada destino visitado, imaginando a Dan y a Geni en mi lugar, delineando otra línea temporal cuando los españoles eran dueños del archipiélago y anotándome la necesidad de investigar ese tema.
Así nació Cuando el destino nos encuentre. Dos historias, dos amores, dos líneas temporales y cuatro protagonistas muy fuertes…
¡Feliz día! J

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