¿Final feliz?

8:18 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! La semana pasada tuve un debate súper interesante con una amiga donde hablamos acerca de mi nueva trilogía, esa que estoy escribiendo y me lleva de cabeza. Y es que mi forma de adelantar en la trama siempre es dándole mil vueltas a la cabeza, exponerla, darle voz en mis charlas e ir adelante y atrás cuando una nueva idea lo requiere.
Estoy de acuerdo con ella en que en la vida real muchas veces no nos quedamos con ese primer amor, con esa persona a la que le hemos entregado tanto, con alguien a quien amamos, pero los obstáculos lo han convertido en una historia complicada.



Pero al escribir romántica no se trata de plasmar esos casos, sino los que acaban bien. Porque, nos guste o no, ese es el eterno debate del género y siempre termina diciéndonos lo mismo: el final feliz forma parte de él. Y con final feliz no me refiero a uno en el que los dos protagonistas acaben felizmente liados con otras personas, sino juntos. 
Las premisas de la novela romántica son bastante claras: la historia va sobre una pareja, cómo se enamoran, cómo superan las dificultades para estar juntos y cómo al final lo consiguen. 



Puede estar mezclada con un misterio, con una parte sentimental, con traumas, con poderes paranormales, con terror, con erótica, con… ¡Ains! ¡Entran tantas cosas como trama secundaria! Pero la principal siempre es esa pareja, ellos, los dos enamorados que luchan contra viento y marea para terminar juntos. Aunque su relación pueda tener un punto de tóxica, aunque en la vida real no siempre triunfe el malote en nuestro corazón ni somos capaces de cambiar tanto por amor, al final de la romántica triunfa el amor, y sí, acaban juntos.



Lo sabemos todas los que leemos romántica. Es algo extraño, lo admito, leer un libro sabiendo desde el principio cuál es el final. Pero, como mínimo en mi caso, tengo tanta ilusión y me engancha tanto el averiguar cómo sucede, cómo llegan a ese punto, que suelo leerme un libro en máximo dos días. Me dura un suspiro. Y todo es por el deseo de acompañar a esa pareja hasta el final de su historia, aunque en realidad no deja de ser un principio porque cuando pasa la lucha para estar juntos, se inicia de verdad el periplo de una vida en pareja.
He de admitir que a veces cuesta justificar ese final, pero de eso se trata el proceso creativo, de darle una lógica y dejar que las sonrisas de los lectores sean inmensas cuando llegan a la última página, a pesar del sufrimiento durante el viaje para llegar ahí. Porque a mí me pasa, si llego al final y acaban separados, me enfado tanto… ¡La escritora de romántica que vive en mí se siente timada! En serio, ¡Quiero mi final feliz! Para leer un dramote me compraría otro libro, uno cuyo género sería el drama romántico.
¡Feliz día! 
 

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