Nutrirse de experiencias

8:28 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! A veces las semanas corren muy rápido, como si quisieran dejar una estela de días llenos tras ellas y no nos dieran apenas tiempo para disfrutar de los momentos, de las personas que nos acompañan, de la sensación de caminar por un lugar con aristas, sol, tormenta, ilusión...
Madurar es un proceso largo, requiere de muchos factures y a veces tardamos más de lo esperado en hacerlo en algunos aspectos de nuestra vida. Quizá por eso aprendemos día a día a encontrar esos elementos básicos para encontrar el camino, aunque a veces nos desviemos y necesitemos de un GPS interno para regresar a la ruta correcta.



Para escribir hay que nutrirse de experiencias. Hace dos días escuché estas palabras de boca de la que fue mi agente literaria hace muchísimos años, tantos que me parece otra vida porque entonces yo era otra persona, con ilusiones, ideas equivocadas de la situación, metas demasiado elevadas y una constante sensación de espera, como si mi destino estuviera acechándome, pero nunca me alcanzara.
Cierto. Si no sales de casa o buscas estímulos para incentivar tu imaginación, las historias saldrían planas, sin atisbo de emoción ni de cambio. Aunque en muchas ocasiones no hace falta salir de casa para experimentar o sentir.



La lectura, la visualización de películas y series, incluso los documentales o algún debate también ayudan a crear otros mundos, a sentir, a idear, a imaginar. Porque en ellos existen sentimientos  aciones, imágenes cotidianas y otras salidas de contexto. Para mí las películas, las series y la lectura son aventuras, emociones, sensaciones, ilusiones y esperanzas. Me ayudan a centrar mi inspiración, a tirar de ella, a hacerla vibrar para encauzar su rumbo.
Llevo más de 161 libros leídos este año. Muchos de ellos los he devorado de una manera distinta a la habitual, en un día, sin dejar de leer, con la seguridad de tener todas las horas necesarias para no dejarlo y sentir la narración fluir sin fin, sin la presión del tiempo, de otras obligaciones.



Ha sido mi fuente inagotable de experiencias, de sentimientos, de anécdotas. He analizado cada personaje, cada sentimiento, cada escena desde un punto de vista distinto. He descubierto qué historias m atrapan y cuáles me dejan fría o incluso decepcionada. He vivido sensaciones perfectas y otras horribles. Me he emocionado, he llorado, reído, odiado. Y he disfrutado de todos y cada uno de los libros porque en ellos se arremolinan las esperanzas y los sueños de los escritores, pedacitos de su alma, sus ilusiones.
Y, a medida que leo, siento cómo evoluciono, cómo mi mente analiza diferente mis textos, cómo las palabras de otro me activan y cómo maduro en según qué aspectos de mi vida.
La felicidad se construye día a día y somos nosotros quienes la conseguimos a base de creer, amar y soñar. Encontrar la mejor parte del peor día de tu vida, conseguir vislumbrar un pedacito de positividad en lo más horrible que te suceda, abrir los ojos a la realidad sin sentirte mal si no sale como quieres... En eso consiste la felicidad, en nutrirse de los pequeños triunfos del día.



Para mí es escribir, crear, hablar con Mabel y decidir que vamos a llevar a Dorian a terapia (si tenemos en cuenta que Dorian es uno de mis protagonistas...). Despertarme con una idea en la cabeza y escribírsela a Senda en el chat sin filtrar, así, a bocajarro, sin siquiera decir buenos días. Ponerle un párrafo a Mara para pedir su opinión, pero sin ponerla contexto, a veces ni siquiera sin decirle de qué novela es ni darle la sinopsis. Tener esos chats con mis amigas, sentirlas cerca sin necesidad de verlas. Caminar del lado de mi familia, poder comer con ellos cada día y preparar la comida con mis hijos. Charlar de todo y de nada en la mesa. Bailar. Escuchar música. Leer...



Y sí, a veces la ansiedad de no encontrar trabajo o de esperar la respuesta de alguna editorial o de alguna entrevista o de la vida en sí puede hacer mella en mí. Pero he madurado lo bastante para entender otra frase de esa agente que una vez tuve y me dijo hace muchos años: no puedes angustiarte cuando no depende de ti.
Bueno, no siempre lo entendemos todo en el momento, ¿no? Pero cuando lo hacemos suele ser un descubrimiento. 
Así que ahora os colgaré el post y recorreré mis chats para hablar con mis amigas, abriré el manuscrito y seguiré avanzando en la historia de Dorian y Ashley, caminaré hacia la felicidad del día con una de esas sonrisas perfectas. Porque la vida es mucho más que esperar, hay que vivirla.
¡Feliz día! 
 

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