Un poquito de La Baraja... ¡Solo el prólogo!
¡Buenos
días! Es sábado y dije que no habría entrada… Lo bueno de los blogs es que
puedes programar el post para el día que te interese, la hora que desees… Y mi
manía con los números me dice que a las 10:01 es una de las mejores horas, ¿no creéis?
Llevo
unas horas pensando acerca de mil cosas, con la cabeza a punto de explotar.
¿Nunca os ha pasado que tenéis la intención de luchar por algo y que por mucho
empeño que pongáis no conseguís avanzar?
Me
apetece compartir con vosotros el prólogo que he preparado para La Baraja, una
novela que cría polvo en mi disco duro y que desea encontrar algún día la
manera de llegar a vuestras manos… ¿Qué os parece?
¡Feliz
fin de semana! J
Prólogo
19 de diciembre de 2010
La
casa estaba dormida, los habitantes del lugar conocían los designios del
destino y no podían hacer nada para impedir que la muerte se personificara
aquel día. Casi podían oler el asesinato, escuchar la bala que en unas horas
acabaría en el pecho de Eudora para llevársela a otro mundo.
Eudora
despertó con las primeras luces del alba. No estaba nerviosa, no sentía miedo,
solo lamentaba su cobardía durante todos aquellos años, su falta de coraje para
hacer las paces con su hija María y conocer a sus nietas. Se levantó despacio,
aspirando el aroma de la madera de la casa, de la lavanda que ponía en los
armarios para perfumar la ropa, de la humedad que precedía a la tempestad.
Abrió
la mesilla de noche para acariciar La Baraja por última vez. Aquellas cartas
fueron su anclaje a la vida, su amor, su perdición. ¿Por qué estaban malditas?
¿Por qué sus poseedoras se condenaban a vivir en soledad, lejos del ser amado,
enjauladas en la infelicidad? Suspiró. Durante generaciones, a causa de la
maldición que había acompañado a las herederas de La Baraja, todas ellas
estaban condenadas. Ese era el fatal sino de las echadoras: amar sin poder
disfrutar de la compañía de su amor. Sin embargo, una de ellas estaría llamada
a romper el hechizo.
Con
las cartas en el bolsillo de la bata abrió el armario y revisó el contenido de
la bolsa de unos grandes almacenes que guardaba en el primer cajón. La ropa que
compró la semana anterior sería un regalo para la heredera, una manera de que
entendiera que no estaba sola, que su camino hacia el pentáculo se abonaría con
la presencia de sus seres queridos.
Hacía
frío. Eudora se tapó con un chal de lana gruesa y caminó por el pasillo hasta
el comedor. La Baraja era el primero de cinco objetos que conducían a un
pentáculo donde se guardaban los secretos ancestrales de la magia. En ella se
escondían las indicaciones para encontrar los otros objetos, por eso sus
depositarias la habían protegido durante milenios, incluso con su vida.
Eudora
se estremeció al entrar en el salón. Conocía el instante exacto de su muerte,
cómo sería y quién apretaría el gatillo, lo había visto en uno de sus trances,
el último. Su cuerpo sin vida yacería en unas horas sobre el suelo de parket, frente a la chimenea de factura
moderna.
La
mesa redonda de madera era uno de sus muebles preferidos, la encontró en un
anticuario de Barcelona meses después de dar a luz a María y la compró con la
ilusión de deshacerse de la que su marido le dejó en herencia, una cuadrada,
desgastada y llena de arañazos, una que mostraba la clase de hombre que era.
Se
sentó en una de las sillas, acarició el tapete de ganchillo que ella misma
tricotó y lo apartó a un lado. Cuando su mano rescató La Baraja del bolsillo
sintió la energía que emanaba de aquel mazo de cartas con dibujos egipcios que
habían propiciado tantas muertes y tantas ansias de poder.
Cada
año los buscadores aumentaban en número, la crueldad de algunos era imparable.
Barajó
durante unos minutos, empapándose con aquella sensación de bienestar que le proporcionaban.
Su mente proyectó una pregunta, una que llevaba años indagando. Repartió las cartas
sobre la mesa formando una estrella y sintió una descarga de adrenalina al
comprobar que la tirada era la misma que la de las últimas veces. El destino de
la próxima heredera era increíble.
Ufff, me has hecho trampa ;-)
ResponderEliminarLa verdad es que hoy no he estado conectada casi nada (ni en casa) y no me he molestado en mirar/buscar tu publicación ya que habías dicho que no ibas a hacerlo jeje.
Pero ya ves, nada de caralibro, pero como te tengo en mis RSS pues aquí estoy, pasada de día...
Nosdías, nastardes, nasnoches :-)
Y respecto al prólogo decir que tiene una pinta estupenda.
Nos días! Espero que algún día esta novela vea lo luz y puedas leer la continuación... ¡Un beso!
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