La selva amazónica
¡Buenos días! Mi cabeza parece decidida a tomarse
unas largas y placenteras vacaciones. Hay instantes en los que me cuesta
encontrar el tiempo para proseguir con mis proyectos, sobre todo cuando inicio
una campaña para dar a conocer los nuevos títulos subidos a Amazon.
Es una tarea ardua y muchas veces ingrata. Un
escritor debería dedicarse únicamente a crear obras, eso sería lo ideal. Sin
embargo no todos lo consiguen, así que en estos últimos años me he convertido
en escritora, maquetadora, diseñadora, editora, correctora, comunity manager…
La aventura de decidirse a autopublicar en un gigante como Amazon esconde retos difíciles de asumir en un principio. Con maquetar la novela, corregirla, prepararle una buena portada y darle al guardar y publicar no hay suficiente, luego viene la compleja fase de vender. Tener acceso instantáneo a las listas de venta a veces puede provocar un ataque de ansiedad.
Cuando publiqué El secreto de las cuartetas todavía estaba en pañales en este
mundo. Me costó un tiempo entender que a veces las cosas no salen como esperas
y que se debe luchar con uñas y dientes para llegar a lo más alto del Top 100
de las listas. Al final conseguí publicar la novela con una editorial y ahora
estoy muy contenta con el resultado.
Una vez tienes el manuscrito a la venta empieza de
verdad el maratón. Búsqueda de blogs que quieran reseñarla, compartir publicaciones
en las redes sociales, enviar Whatsapps a la familia y amigos, mails a las
personas cercanas, cambiar la Web para añadir el libro, insertar la foto en el
blog…
Y muchas veces, a pesar de no desistir en la tarea
de publicitar la novela, los compradores se resisten a darle una oportunidad.
Sin embargo la experiencia me ha enseñado a que nunca debes desistir en tu
empeño, si sigues dándole publicidad al final encuentras lectores.
A mí me cuesta mantener el ritmo de publicitar,
tras unas semanas en la brecha me apago para regresar a la escritura. Tengo poco
tiempo libre, apenas cuento con horas para avanzar en mis proyectos tras ocho
horas de trabajo fuera de casa, ir al gimnasio, llevar la casa, mis hijos…
Normalmente empiezo con fuerza y luego decaigo lentamente para dedicarme a una nueva novela o a corregir antiguas o a idear mundos paralelos. Me basta con los lectores que se acerquen a mis letras, son suficientes para no borrarme la sonrisa de los labios.
La selva amazónica es un lugar donde la competencia
pugna por alcanzar un pedacito de cielo. Veremos si algún día repito la
maravillosa experiencia de Ecos del pasado, cincuenta y cinco días seguidos en
el Top 100…
¡Feliz día! J
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