Mi cabeza está fatal...
¡Buenos días! ¡Qué manera de llover! Parece que el cielo se va
a derrumbar sobre mi casa… No me gustan los días oscuros ni las tormentas ni el
mal tiempo. Yo soy de sol, cielos azules, días espléndidos y muchísima luz. El
olor de esos días es especial, sin rastro de humedad, con notas de alegría y un
pedacito de emoción.
Llevo una semana de locos, con días estresantes. A veces
pienso que necesito estirar las horas como si fueran un chicle para encajar las
mil tareas de una jornada. Suerte que siempre encuentro una brizna de aire para
escribir o releer mis manuscritos. Esa tarea me aporta cordura, serenidad y un
contacto con mi interior.
Ayer hablaba con una amiga acerca de mi capacidad para crear
historias. Hablábamos de una escena de MVST que a mí me parece divertida y a
ella una chorrada. Nuestras conversaciones por chat son muy variadas, pero la
de ayer me llenó de una sensación especial.
«Mejor de otra manera, pero vaya, para reír un rato…»,
escribió ella. Y yo: «Steff es así, hace cosas sin pensar (o como mínimo yo la
veo así), y solo tiene dieciocho años». A lo que ella replicó: «sin pensar y
sin sentido, ¿qué saca de hacer eso?». Y después de meditar un segundo contesté:
«ponerlo nervioso, hacer algo divertido… ¡No sé! ¡No pienso analizar el por
qué! Lo hace y ya está… Porque mi cabeza está fatal, ¿te sirve?». Y me dijo: «jajajajaja,
sí, sí, me vale».
Charlas como esta me sacan una sonrisa. Me encanta hablar de mis
personajes con mis beta, sacarles jugo, darles la vuelta a algunas situaciones.
Y en mi última afirmación me di cuenta de algo. Escribiré peor o mejor, tendré
más o menos lectores, emocionaré a poca o a mucha gente, pero soy una creadora
de historias, de personas y de situaciones. Tengo una mente complicada, hiperactiva
y que siempre trama algo. Y me encanta esa sensación de construir un puente
entre los mundos ficticios y los reales, darles vida en un papel. Aunque luego
sea para unos pocos.
Por la tarde fui a la presentación dl libro de una amiga que
ya he leído y me encantó. Un tros de
paper, de Noelia Beltrán. Narra una historia increíble del amor entre una
madre y su hija recién nacida que me llenó de emoción al leerlo.
Al volver me perdí durante treinta minutos por Barcelona.
Acabé llorando en medio de la calle, con el navegador abierto y la impotencia
de no saber dónde estaba ni cómo volver a casa. Al final encontré el camino y
se me pasó esa sensación de angustia…
¡Feliz día! J
Como te puedes perder en Barcelona!!!Si has vivido ahí desde... desde siempre! Jajaja M.
ResponderEliminarBueno, era una zona muy desconocida para mí... :-)
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