Mientras escribo....
¡Buenos
días! Llegó el viernes, un día mágico para todos los que están esperando los
dos días de descanso…. ¡Seguro que este fin de semana os depara un gran y
maravilloso tiempo con vuestras familias!!!
Yo
sigo con la pierna tiesa, ¡a ver si el lunes me quitan la venda y puedo caminar
con soltura por todas partes! Aunque lo de bailar, correr y esquiar quizás
tenga que esperar….
Parece
que la inactividad amuerma mis neuronas, porque no quieren de ninguna manera
ponerse a trabajar del todo con las novelas. Bueno, la verdad es que adelanto
todo lo que puedo con el trabajo, porque hay tantísimo que al volver no sé si
tendrá suficientes horas el día para acabarlo… ¡He de cerrar año y trimestre de
cinco empresas! ¡Y yo con la pata ranca!
Bueno,
lo que sí he tenido es un montón de tiempo para pensar y darme cuenta de muchas
cosas. Los años van pasando sin ningún adelanto significativo en mi carrera
literaria, y quizás eso también desgaste el deseo de escribir a todas horas, de
pasarme el día en las nubes, de internarme en mis mundos paralelos….
¡Pero
la esperanza es lo último que se pierde! Y por suerte tengo un trabajo, una
familia, una vida y muchísimos años por delante para alcanzar la meta trazada.
¡Así que no voy a desfallecer!
¡Hay
tantas cosas maravillosas que nos rodean! ¡Tanto por lo que luchar, vivir y
sonreír! Ayer estuve escribiendo una escena romántica, una que llevaba tiempo
planeando en mi cabeza y que tenía una gran importancia para mí. ¡Es tan bonito
pintarlo todo de rosa durante unos momentos! ¡Sentir aquel primer beso, aquella
primera caricia, aquel primer anhelo!
Los
sentimientos son algo intrínseco a los humanos, una parte de nosotros mismos y
parte de la magia de la escritura y de la lectura consiste en transmitir
emociones a través de las palabras, en conseguir que en el momento de escribir
o de leer sientas esas cosquillas en el estómago, el estremecimiento de la
espina dorsal al notar el tacto cálido de unos labios, las mariposas
revoloteando en tu estómago cuando él te dice que te quiere, cuando te mira con
aquellos ojos chispeantes, encendidos, llenos de amor, ternura y esperanza…
También
las frases de un libro pueden producirte terror, miedo, angustia, desesperanza,…
¡Yo he llegado a llorar leyendo y escribiendo! He llorado de ilusión, de pena, de
angustia, de tristeza… Cuando escribo me nutro de mis propias emociones, de mis
gestos, de mis pensamientos…
Hay
momentos en los que el personaje suspira porque yo he suspirado o que se
levanta y se va porque yo estoy a punto de hacerlo o que grita porque la tensión
que agarrota mis músculos desata las cuerdas vocales… Incluso a veces los que
me rodean deben pensar que me falta un tornillo porque hago mohines con la boca
que luego reproduzco en el folio…
Mientras
escribo se establece una simbiosis perfecta entre el personaje y yo, al igual
que cuando leo una buena novela, una de esas que me hacen estremecer, sentir,
desear no cerrar el libro, devorar sus páginas con auténtica devoción.
Sigo
pensando que leer es maravilloso, que a través de las páginas impresas se puede
conocer mundo, soñar, alcanzar quimeras y aprender muchísimo acerca del mundo
que nos rodea. Por eso voy a aprovechar las horas muertas leyendo, descubriendo
nuevas aventuras, aprendiendo, vibrando…
¡Os
deseo un día genial!
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