¡Qué mala pata!

18:55 Pat Casalà 3 Comments


           ¡Buenas tardes! ¡Parece que esto de irme a la montaña no me sienta muy bien últimamente! Y, es que tal como dicta el título, he temido muy mala pata. ¡Jajajaja! Es para decirlo de alguna manera….
            Bien, como este blog se trata de escribir y explicar cosas, he decidido ir desgranando los sucesos de hoy con una crónica. ¡Es que hay tanto que contar! ¡Tantas experiencias nuevas! ¡Tan mala pata! Aunque me lo estoy tomando con mucho humor, la verdad.
            ¡Vamos allá! Hoy me he despertado en Estavar, en la casa que tengo en este pueblo francés de La Cerdaña. Era temprano, pues teníamos previsto subir a esquiar y pasar el día deslizándonos por la nieve. ¡Hay que amortizar el forfait de temporada!
            La casa todavía acusaba un poco el intenso frío que nos saludó al llegar ayer por la noche, el exterior estaba a siete grados bajo cero y el interior cerca de diecisiete. He abierto los porticones del salón para observar cómo despuntaba un cielo sereno en lo alto de las cumbres. No se apreciaba demasiada nieve en el paisaje ni la posibilidad de que una tormenta la dejara para emblanquecer los parajes silenciosos y mágicos que me rodeaban.
            Mientras la casa dormía me he arrebujado el jersey y he empezado a trajinar en la cocina para preparar un buen desayuno. Mi mente ya circulaba por las pistas, con la ilusión de encontrar un día soleado y sin  resquicio de aquel molesto viento de la última vez.
            Una enorme taza de café con leche humeante ha acompañado a cuatro rebanadas de pan con tomate y jamón en dulce. ¡Qué bien sienta el café calentito de buena mañana! ¡Y qué genial es tener mi iPad para ir haciendo sudokus mientras degusto mi desayuno en absoluto silencio!
            He despertado a mi marido y a los niños a las ocho en punto, un poquito más tarde que de costumbre, y nos hemos puesto en marcha tres cuartos de hora después para enfilar hacia las pistas del Puigmal. El sol relucía claramente en las cimas para augurar un día nítido, claro y perfecto. ¡Aunque el termómetro exterior marcaba cinco bajo cero!
            No hemos encontrado demasiada circulación, parece que este fin de semana no hay demasiada gente en La Cerdaña, ni tampoco había una cantidad importante de coches en el parking, por lo que la mañana de esquí empezaba a tener muy buena pinta. ¡Además la inversión térmica ha subido la temperatura hasta un grado!
            Las primeras bajadas han sido geniales: poca gente, sol, buena nieve y los cuatro juntos, disfrutando de cada instante. Todo ha ido perfecto hasta que mi marido se ha quedado con Irene en la parte alta mientras yo acompañaba a Àlex al lavabo. En una bifurcación hemos decidido bajar por la roja en vez de la azul. ¡Es una pista que debo haber hecho un millón de veces!
            Parece mentira que le haya dicho a mi hijo: “ves despacio” y haya sido yo la que no ha hecho caso de mi propio consejo, porque cuando me he caído tras un bam sobre una placa de hielo y he escuchado el catacrac de mis ligamentos he sabido de inmediato que mi pierna derecha acababa de lesionarse.
            ¡Nunca antes me habían bajado con una camilla! Y si no llega a ser por unos esquiadores solidarios que se han parado a socorrerme todavía estaría allí tirada. ¡Y es que soy tan lista que me he ido de casa sin el móvil! Así que gracias a que he sido socorrida por unos altruistas mi hijo no se ha colapsado, hemos llamado a mi marido, me han bajado en camilla y me han subido a una ambulancia.
            Bueno, lo de la camilla ha sido un poco angustioso. Iba temblando de pies a cabeza, me había pasado unos veinte minutos esperando sentada en la nieve y tenía un frío de mil demonios. ¡Encima me dolía la pierna y me han tapado como si fuera una momia! Creo que el frío se me ha quedado en el cuerpo porque ahora estoy frente a la chimenea y sigo teniendo las manos heladas.
            ¡Vanos a mirar la parte divertida! He ido hasta el hospital de Puigcerdà en ambulancia, con la bota de esquí puesta y mi hija sentada al lado dándome la mano. Y he tenido mucha suerte, porque sólo llegar me han atendido. Parece que tengo un esguince de ligamentos y algo indefinido en el menisco. ¡Es que no acabo de entender la jerga médica!
            Me han vendado toooooda la pierna, parece que la tenga como una butifarra, y me han llevado en camilla hasta el coche. Ahora se me ha acabado el baile y el esquí para una temporadita… ¡Esperemos que sea poquito tiempo!   
            ¡Son gajes del oficio! ¡Pasad un buen día!

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3 comentarios:

  1. Ostres Pat! Fes bondat i deixa't cuidar eh!!! Que ens coneixem jajaa no vulguis forçar la pota tu ara!!!

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  2. Caray Pat!! Por lo menos que te lo tomas con humor. Esperemos que no haya terminado la temporada para tí. ¡Cuidate!

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  3. Hola a los dos!!! La verdad es que estoy bien, un poco incómoda, pero bien. Ari, no me queda más remedio que dejarme cuidar, luego hago una foto de mi pierna y verás que aunque quiera no me puedo mover demasiado!!! José Antonio, es mejor tomarse rodas las cosas de la vida con humor!! Por mucho que me empeñe la rodilla no se curará antes por ponerme de mal humor!!!
    Gracias por loa ánimos!!!!
    Un gran beso a los dos!!!!

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