¡He vuelto!

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Por fin me veo capaz de reabrir el blog, a pesar de las mil tareas pendientes en la oficina y de los flecos que quedan para cerrar el ejercicio anterior de las siete entidades que llevo, quiero y deseo escribir cada mañana, encontrarle un hueco a estas letras y compartirlas con vosotros.
Me he pasado el fin de semana en Grandvalira, con un frío glacial y una nieve excepcional. Necesitaba desconectar, dejar a un lado el estrés y dedicarme a descansar la mente. Hay tantísimas cosas pendientes que se me hace complicado no pensar en ellas durante los días de asueto.
Peco de ser demasiado perfeccionista, por eso cuando algo no sale como lo espero me fustigo en silencio. Me faltarían muchísimas horas para terminar de cuadrar todo lo que queda en el tintero y un sinfín de días para arreglar algunas cosas, pero como no los hay debo aprender a delegar a pesar de perder el control sobre las tareas menores y a buscar métodos para cerciorarme de que se realizan como es debido.
He decidido no quedarme más días sin escribir en el blog, es parte de mi rutina, una que no quiero perder. Las esperanzas vienen y van, la posibilidad de ver mis libros editados en papel es una efímera ilusión que a veces aparece para desvanecerse enseguida en el olvido, la nueva novela la escribo a trompicones, sin la continuidad de antaño y el trabajo consume por completo mi serenidad, así que este rinconcito apartado de la bloggosfera consigue alejarme de la realidad durante unos minutos diarios.
Tras un intenso fin de semana en la nieve, con unas bajadas increíbles y la sensación plena de libertad que otorga la montaña, me despierto sin ganas de levantarme, como si la perspectiva de un día entero de trabajo se me antojara dura. Lo bueno es que en pocas horas estaré tan ocupada que apenas tendré tiempo de respirar.
A veces me gustaría levantarme más tarde, con la única obligación de teclear en el ordenador durante la mañana, tapada con el nórdico, acompañada de los melodiosos cantos de los pájaros, con la tranquilidad de saber que ahí fuera desean leer mis palabras.
Aixxxxxxxxxx, ¡qué bonito sería! Ahora mismo me toca regresar a la realidad, sonreír y pensar que por suerte tengo un trabajo al que acudir, una familia con la que compartir momentos y un ordenador que almacena mis novelas como si se trataran de un tesoro.

¡Feliz día! J

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