Un capítulo difícil
¡Buenos días! Ayer al final escribí el capítulo
que llevaba días dándome vueltas por la cabeza. Llegué allí, con tristeza, sin
deseos de dejar constancia de esa parte de la trama, pero obligada por el
desarrollo del argumento. Y me quedó bastante bien, aunque hoy necesita un par
de retoques importantes.
Tenía poco rato para escribir, los jueves trabajo
diez horas seguidas y cuando llego a casa tengo que organizar la cena, pagar a
la profesora de mates de mi hija e ir a comprar lo que me falta en la nevera.
Cuando al fin me senté en el sillón del salón le
mandé un mensaje a mi amiga de Londres: «ahí voy, ains, ¡qué pena!», suspiré y
puse el número doce en la parte arriba del folio para iniciar el capítulo. Con
la canción de la última semana programada en bucle en el Spotify, me adentré en
la piel de Julia para llevarla al lugar donde corresponde.
No tardé en conectar con ella, en desarrollar cada
instante con una emoción intensa. Lloré con ella, me mojé con la lluvia, sentí,
me emocioné y conseguí delinear de manera esquemática los acontecimientos. Falta
darle un par de vueltas para transmitir la fuerza necesaria a los sucesos.
Los capítulos de UDMST llenan cerca de seis
folios, casi tres mil quinientas palabras, y es difícil escribir uno en menos de
una hora y media. Por eso lo hilvané sin acabar de profundizar en la narración.
Mi intención era dar un boceto de las escenas para llenarlas de color esta tarde.
Tengo
las imágenes bombardeándome constantemente el cerebro, no me han dejado dormir
ni descansar. Ahora mismo tengo una necesidad imperiosa de releer, ampliar y
darle el tono adecuado.
La buena noticia es que hoy estamos a viernes y
tengo dos largos días para darle un empujón a la historia. El tiempo parece
decidido a aguarnos el fin de semana y congelarnos. El plan de quedarme en el
sillón, tapada con una manta y el ordenador en el regazo, me parece perfecto.
Ains, cómo me gusta viajar con la mente hasta la
piel de mis personajes, es la mejor medicina contra la tristeza, me llena de
luminosidad y me concede la posibilidad de sonreír sin tregua.
¡Feliz día! J
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