Construcción de personajes
¡Buenos días! Ayer fue un día intenso, en ideas,
trabajo y horas dedicadas a contestar mil llamadas telefónicas a horas
intempestivas. Mi cabeza parece una cafetera a punto de dejar subir el café,
tiene mil giros preparados para la trama, prepara las escenas finales e imprime
sentimiento a las actuales.
A la vez que avanzo en el desarrollo de la
historia necesito hilvanar un poco la tercera novela para llenarla de momentos
interesantes.
Lo mejor de la escritura es el contacto directo
con dos de mis lectoras beta, nuestras conversaciones por chat cuando me
atasco, sus consejos y la manera en la que desmenuzamos algunas escenas para
darles la vuelta.
Me apasiona escucharlas, saber cuál es su punto de
vista y analizar cada una de sus ideas. Aterrizar en la piel de un personaje
con una personalidad muy alejada de la tuya es una de las tareas más difíciles
para mí. Yo soy pasional, exploto cuando me enfrento a una situación
estresante, y me cuesta ponerme en el lugar de alguien diferente, con una
manera de actuar alejada de la mía.
Por eso cada una de las reacciones de mis dos
betas más queridas le da color a una parte oscura, me ayudan a clarear los
flecos que se me escapan y a conseguir protagonistas con diferentes maneras de
actuar.
Una de las mujeres más difíciles de delinear para
mí fue Lúa, la protagonista de UUDC. Su carácter reprimido me es completamente
ajeno. Jamás sería como ella, me costaría aguantar los prontos y analizarlos
con detenimiento, sin dejar traslucir mis sentimientos.
Otra chica difícil fue Aurora en RANP. Traumatizada,
angustiada, con mil pensamientos contradictorios y una necesidad imperiosa de
querer y ser querida. Volver a sentirme como una adolescente no fue el
problema, pero su tendencia a escapar cuando se sentía vigilada, esa obsesión
por aislarse en del mundo, su miedo, su manera de amar, tímida al principio e
intensa al final.
Mi actual personaje femenino, Julia, tampoco se
parece a mí, pero me encanta su personalidad fuerte, ese arrojo con el que
lucha por conseguir sus objetivos sin amedrentarse ante las dificultades.
Componer sus reacciones no me supone un reto tan intenso como con Lúa, quizás
porque me encanta cómo es.
Recuerdo que en mis primeras novelas, cuando Lola
era mi agente, siempre me recalcaba que debía encontrar una manera de rebajar
la carga emocional en algunos personajes, no todos pueden explotar o ponerse a
llorar en la misma situación. Con el tiempo he aprendido que es cierto y cada
vez compenso más los caracteres para que no resulten inverosímiles.
Quizás mi reto todavía no superado es conseguir
una narración en primera persona de un personaje masculino. Quizás algún día me
lance.
¡Feliz día! J
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