Tocando el cielo
¡Buenos días! La inmersión en el trabajo de ayer
fue perfecta. Conseguí despejar los emails que se acumulaban en cada uno de mis
buzones, arreglar una situación complicada, centrarme en las mil tareas
pendientes durante horas y sacarlo todo adelante.
Al llegar a casa por la tarde me senté a darle un
achuchón a UDMST. A veces proyecto un final en mi mente, lo tengo clarísimo, y
de repente entiendo que he llegado a él antes de lo previsto. En este caso la
idea para terminar la segunda parte de la trilogía Sin ti la descubrí mientras miraba Mi gran boda griega 2. Tenía cada segundo decidido, pero en un
contexto diferente a cómo va a pasar.
Me gusta encontrar esos giros en el último
momento, ser capaz de redimensionar cada instante para darle un toque de color y
llevar la narración a otro estadio. Porque con mi primer final había una parte
que me molestaba, algo que desde el inicio quería de una manera y no iba a ser
posible. En cambio ahora conseguiré tener cada cosa en su lugar.
Es precioso tener tantas historias en la cabeza,
moldear a cada personaje para darle una vida interior rica en emociones, crear
a alguien como Julia, con un carácter fuerte y una manera muy viva de caminar
por el sendero de la vida.
También me he dado cuenta de que falta una parte
de la historia unos capítulos más atrás, porque si ella es difícil entender las reacciones de Julia. Me quedan apenas
cuatro capítulos y medio para terminar, tengo cada giro en la cabeza, incluso
he delineado la última novela, NPVST.
Sonrío feliz. Al pasar el tiempo he entendido la
maravillosa sensación de tener una capacidad innata para procesar mil ideas en
un instante, para vivir aventuras mientras delineo las historias, para pensar
más allá de lo común. Cuando deseo tocar el cielo con mis manos solo necesito
sentarme frente al ordenador para teclear y subirme a una escalera para acariciar
las estrellas.
Mientras
pueda seguir la estela de mis emociones para pintar un arcoíris de personajes seré
inmensamente feliz. Porque quiero sentir las cosquillas en el estómago al
teclear, los sentimientos a flor de piel al avanzar en las tramas, la ilusión
de sonreír, llorar, vibrar y enfadarme como ellos, de morderme el labio cuando
imagino las escenas, de reírme mientras las trazo en mi mente, de suspirar sin
descanso al tener cada giro al alcance de mis manos.
Quizás por eso mi rutina ideal sería la de estas
vacaciones, con horas para leer, escribir, imaginar y sentir. Frente a la
chimenea, aislándome de los sonidos de la casa, solo dedicada a avanzar sin
detenerme, como si Julia, Zack, Aurora y Bruno tiraran de mi brazo para
llevarme al cielo.
¡Feliz día! J
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