Reescribir, cortar, eliminar, añadir, pulir...
¡Buenos días! Hoy vengo con una entrada reflexiva, una de
aquellas que me ayuda a centrarme y a darme cuenta del valor de algunas
conversaciones antiguas y de cómo he cambiado desde entonces.
Al fin parece que mi vida literaria arroja una luz al final del
túnel. Tras años de redimensionar mis metas, de adaptar mis expectativas a la
realidad, de descubrir la magia de ser feliz con pequeñas cosas, conseguí lo
impensable y dos editoriales apostaron por mis novelas. Ahora ya son tres… Desde
entonces vivo inmersa en una montaña rusa de emociones, pero me siento
afortunada porque ya tengo cuatro historias a la venta editadas de la forma
tradicional, en mayo sale otra y en septiembre la última de la trilogía.
En tres años he escrito once novelas románticas. He aprendido
mucho, he encajado críticas preciosas y otras durísimas, he reído, llorado,
besado, sufrido, avanzado hacia diversos tipos de finales y he descubierto cómo
encontrar el tono, la personalidad de los protagonistas, su esencia.
Llevo unos meses sin escribir. Entre las correcciones y las
galeradas de los libros que ya están a la venta y los que me quedan por
entregar… Dejé TLM a medias porque necesitaba reencontrarme, cambiar un poco de
registro, darle un respiro a mi mente. Y empecé a reescribir LB... Pam y Hugo se
merecen dar a conocer sus aventuras, encontrar una vía de salida del ordenador…
El primer archivo que tengo de esta novela data de junio de 2011.
En esa fecha acabé la primera versión, a la que se sumaron cinco más, con mil
revisiones tras horas de búsqueda de cómo mejorar el texto. Recuerdo las
comidas con Lola, sus palabras, sus intentos de hacerme entender que debía
darle unas cuantas vueltas más a la narración.
Cuando cierro los ojos y me traslado atrás en el tiempo
irrumpo en una persona diferente. Tenía el alma en espera, vivía por y para
publicar, con la ansiedad presente en cada paso del camino. Fue una época muy
oscura, me dedicaba a construir castillos en el aire que un leve soplido
destruía dejándome llena de sentimientos de frustración. Hubo indicios de que
podía salir bien, luché con uñas y dientes para ver la luz, pero necesité una
brutal fuerza de voluntad para redimensionar, entender y aprender a disfrutar.
Ponerme con la corrección de LB es complicado porque yo ya no
escribo así. Y ahora me gustaría tener delante a Lola para decirle que la
entiendo, que tenía razón, que faltaba buscar el tono de los personajes,
rebajar algunas reacciones, reescribir, releer, recortar, no explicarlo todo,
darle un ritmo a la narración. Y también le diría que lo estoy haciendo, que a
pesar de la dificultad de reescribir, cada día avanzo un poquito. Releo lo
escrito, busco en mi interior la idea original y vuelvo a escribir el capítulo
entero. Corto, rebajo, cambio los diálogos, añado partes necesarias y poco a
poco llevo a Pam y a Hugo hacia su desenlace con una mejora importante y con
mucha ilusión.
El otro día me hicieron una entrevista para el blog 27 letras, en una sección súper
interesante (enlace). Cuando me preguntaron la banda sonora de mi vida tuve
claro que la idea de Julia de explicar sus momentos con una canción es perfecta
para mí, porque no puedo dar una sola canción para mi vida, según el momento es
una u otra. Y para ahora elegí Happy.
También ha salido una
reseña muy bonita de Rumbo a ninguna
parte en el blog El rinconcito de Minny
(enlace). Poco a poco la red se llena de opiniones sobre mis novelas. Las hay excelentes,
buenas, malas y horribles, pero es bonito ver que la gente le da una oportunidad
a mis historias.
¡Feliz día! J
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