El proceso de madurar
¡Buenos
días! Parece que por mucho que me empeñe en no encontrar un ratito mañanero
para escribir mi cabeza siempre se decide a despertarse a una hora concreta… ¡Así
que aquí estoy! ¡Dispuesta a un nuevo asalto en el ring del blog!
El
otro día un anónimo, que supongo es M, me dejó un comentario instándome a
explicar qué es lo que he aprendido de mí misma en el largo proceso de ir
madurando lentamente y si me he visto reflejada en los demás o he variado con lo
aprendido encontrando nuevas opciones…
Pues
bien, he estado recapacitando acerca de estas preguntas y de las posibles
respuestas que podría dar. En realidad mi proceso de aprendizaje todavía dura,
yo soy de aquellas personas a las que les gusta pensar que cada día se aprende
algo nuevo y que se debe dejar la puerta abierta a cualquier cambio que se
pueda absorber de nuestro entorno.
Es
importante escuchar, sentir, vivir y compartir momentos, de manera que se
puedan ver las distintas situaciones que te encuentras en la vida a través de
un prisma distinto del propio. El corsé que todos nos calzamos cuando vemos sólo
nuestro punto de vista puede hacer trastabillar una posibilidad de éxito.
Yo
he cambiado mucho desde que era pequeña, muchísimo. Mi proceso de cambio ha
sido paulatino, sereno y lento en algunos casos, pero ahora, cuando miro hacia
atrás, reconozco muchos errores cometidos y descubro el giro inesperado que ha
ido experimentando mi camino.
Era
una niña un tanto soñadora y difícil, con una imaginación demasiado desbordante
como para mantenerla bajo llave, con una necesidad de dar, recibir, moverme y
no parar de hacer cosas que superaba con creces a los que me rodeaban. Y eso me
hacía distinta en muchos sentidos.
Durante
el denso proceso hacia la adolescencia fui dándome cuenta que las cosas eran
muy distintas a como mi cabeza las recreaba, fui aprendiendo a darle
importancia a cosas que antes me parecían fútiles, fui empatizando con mis
compañeros, fui interiorizando las palabras que antes se perdían en los
pabellones auditivos sin llegar a mellar….
Quizás
la mejor parte de mi propio cambio reside en la capacidad que he ido adquiriendo
a lo largo de los años de escuchar los consejos ajenos y de poder decidir cuáles
debía seguir y cuáles no.
Y
una cosa que he aprendido durante estos últimos años ha sido a seguir mi propio
camino, a luchar sin tregua, a no desfallecer, a llevar al límite ese rasgo de
personalidad que me hace tan perseverante. ¡Así he conseguido algo que llevaba
toda la vida deseando!
Así
que, para responder a la segunda pregunta del anónimo, diré que muchas veces me
he visto reflejada en otras personas y ese reflejo me ha ayudado a ver partes
positivas y negativas de mí misma. A partir de esos descubrimientos he logrado
ir moldeando lo que no me gustaba y redescubriendo lo que sí.
Creo
que ese es el proceso que seguimos todos, uno que nos ayuda a ir viendo a lo
largo de los años una imagen propia cambiante, defrente a cada estadio y más
madura a medida que las circunstancias se precipitan a nuestro alrededor….
¿He
contestado a las preguntas???
¡Pasad
un gran día!!!!
Sí, los procesos, en general, son muy similares a los que hemos tenido la mayoría, pero es bueno verbalizarlos para que nos demos cuenta de los crecimientos emocionales, mentales y humanos que vamos dando según pasamos por distintas etapas de la vida.
ResponderEliminarComo de costumbre, me ha encantado leerte, Pat. Muchas gracias por responder (y por responderte), ha sido todo un detalle por tu parte:)
Ah, no soy M., pero buen intento;) Un fuerte abrazo^^
Hola Anónimo!! Ha sido un placer responderte! Estoy muy intrigada por conocer tu identidad... Me dejas una pista???
ResponderEliminarUn beso!!!!!