Bamboo Island

7:07 Pat Casalà 0 Comments

          ¡Buenos días! Ayer fue un día tan extraño que ahora mismo todavía me falta digerir muchas connotaciones de los sucesos vividos. Tal como anunciaba al final salió el sol, aunque no iluminó el camino que yo deseaba.
A veces debo encajar noticias que pueden significar un cambio de sentido, a pesar de los diez años invertidos y de las esperanzas rotas. Entiendo las decisiones ajenas, incluso a veces comparto su rumbo, pero ahora mismo no me duele el qué, sino el cómo.
Diez años dan mucho de sí, hay vivencias, momentos y palabras que acercan posiciones y yo creía que quedaba un poso de amistad, aunque fuera leve y no profundizara. Estaba equivocada, ¡qué le vamos a hacer! Queda levantarse, mirar al cielo y esperar que el sol alumbre una nueva senda para caminar hacia el futuro incierto.
Por suerte ahora estoy más fuerte que en otros momentos y afrontaré con mayor entereza la situación, no en vano Ecos del Pasado continúa con sus imparables ventas y este mes saldrá a la venta El Secreto de las Cuartetas en papel. Y eso es lo que cuenta, los logros conseguidos, aunque sean pequeños, aunque puedan contarse con los dedos de una mano, como mínimo son algo tangible y emocionante.
Volvamos a las islas Phi Phi…
Después de comer y caminar un rato entre las tiendas que componían el interior de la isla Phi Phi Don, subimos a bordo de la lancha para descansar un rato en Bamboo Island, un atolón de arena blanca, con aguas turquesas y un montón de barcas varadas en la orilla.
Me impactó el contraste entre la maravilla natural y las miles de hamacas que se sucedían en un radio inmenso de la arena, con una sombrilla a rayas de colores para proteger a los turistas del sol y un montón de paraditas de comida en el centro de la isla.
Pagamos el precio de dos hamacas con sombrilla y los niños se fueron a bañar en las aguas cristalinas. Nuestros guías bajaron de la barca una cesta de fruta pelada y una nevera repleta de refrescos para amenizar las dos horas de relax.
Me gustó el lugar, ahí conseguí olvidarme del mal rollo de la lluvia mañanera, de la sensación de estar en un rebaño de ovejas que camina unido hacia donde el pastor decide y la falta de tiempo para disfrutar de cada paisaje increíble por el que pasábamos.
Desde luego queda pendiente un viaje únicamente a las islas para recorrerlas con tranquilidad. Bamboo Island estaba atestada de gente, y es una pena, porque es de una belleza sobrecogedora.
Regresamos a la barca una hora y media después para la travesía hasta la bahía. Nos dejaron en el hotel con tiempo para relajarnos en la piscina, tomarnos un té, ducharnos y salir hacia la zona comercial a buscar una excursión para el día siguiente.
¡Feliz día! J



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