Isla James Bond
¡Buenos días!
La lluvia de esta noche se siente en las hojas que todavía aguantan las gotas,
en la ventana salpicada de agua, en el olor a naturaleza mojada, en el suelo
húmedo… Me despierto con cansancio, tras una cena perfecta en compañía de
personas muy agradables y cercanas.
Debo reconocer
que hubo un momento de la cena en el que sentí una punzada de desconcierto y
que me di cuenta de que a veces confío demasiado en la gente. Supongo que es lo
de siempre, pensar que las personas a las que quiero sienten como yo… ¡Suerte
que solo fue un instante!
La cena era en
casa de unos amigos que nos sirvieron platos japoneses hechos por ellos.
¡Estaban buenísimos! Ahora me duele un montón la barriga, no estoy acostumbrada
a comer tanto por la noche…
¿Volvemos a la
barca rumbo a la James Bond Island?
Navegamos por Phang
Nga Bay rumbo a Koh Panyee Island, a la que
comúnmente se conoce por la isla de los gitanos del mar. Las vistas fueron
impresionantes. Es preciosa la bahía, con aquellas rocas que emergen del mar y
muestran conatos de naturaleza en las crestas…
Al acercarnos a la isla de los
gitanos vimos las casas construidas sobre el mar, con pilotes de madera que las
anclan. Comimos en un restaurante de grandes mesas redondas, fue la mejor
comida de las tres excursiones de Phuket. Luego callejeamos un poco por el
mercado, donde habían unas joyas que me encantaron a precios irrisorios. Me dio
mucho coraje que ese día no hubiéramos cogido ni dinero ni la tarjeta de
crédito… Grrrrr.
De allí salimos destino a Talu
Island, donde nos embarcamos en unas canoas para pasear por la bahía, entrar en
una cueva sin techo, donde las altas paredes de roca esconden un lugar
paradisíaco, atravesar las formaciones rocosas por agujeros que erosiona el mar
y los elementos meteorológicos… Fue precioso.
Y al fin pusimos rumbo a la
isla James Bond, llamada cariñosamente así porque fue donde se rodó una
película del agente 007 llamada El Hombre
de la Pistola de Oro. En realidad la isla se llama Khao Phing Kan y es
reconocida por la roca que emerge justo en medio de una playa de arena blanca.
Tal como nos informaron en la
mayoría de blogs dedicados a Tailandia, el lugar está atestado de turistas,
pero vale la pena ir hasta allí. Es una vista que no quisimos perdernos, es
algo diferente a lo que estamos acostumbrados, parece que te trasportes a un
planeta lejano.
Me imaginé cómo debía sentirse
alguien si estuviera allí solo, observando lo que la naturaleza es capaz de
hacer y me sobrecogió la inmensidad de la estampa. Mi marido y mi hijo nadaron
hasta la roca, la tocaron y volvieron, Irene solo se bañó en la orilla mientras
yo los observaba desde la arena.
¡Feliz día! J
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