Cena en el Savoey Seafood
¡Buenos días! ¡Viernes! Cuando esta
mañana ha sonado el despertador me he sentido súper feliz, el fin de semana me parece
un momento maravilloso para descansar, avanzar en la novela y acabar de pensar
en mi futuro, aunque ya lo tengo muy claro, aunque en algunos momentos mi
decisión flojee.
Por suerte mi suegra se
recupera favorablemente de su operación, mis hijos están felices con los planes
para estos dos días de fiesta y yo tengo un montón de ideas para encarar la
recta final de Perdida en la Niebla.
Si mi cabeza colabora al
terminar esta novela, la sexta en dos años, quiero pasar un tiempo corrigiendo antiguos
manuscritos y moviéndolos, tengo trece listos para salir al mercado, uno tendrá
su edición en papel y en digital con la editorial Javisa23 este mes y espero
conseguir nuevas metas en los próximos meses.
Volvamos a Phuket,
concretamente a la zona de Patong Beach…
Tras un baño fugaz a la luz del
ocaso regresamos al hotel a cambiarnos de ropa para caminar por el litoral
hasta la zona llena de comercios. Estábamos a unos doce minutos andando del
meollo. Buscamos un sitio en el que cenar, teníamos hambre y ganas de comer
pescado.
En Patong hay cantidad de
restaurantes con el pescado expuesto en unos largos mostradores llenos de
hielo. Los precios parecen muy económicos a simple vista, así que decidimos entrar
en el Savoey Seafood. Nos sentamos a la mesa y el camarero nos dijo que le
siguiéramos para elegir los pescados. Mi marido y yo nos emocionamos y
empezamos a pedir sin ser conscientes de cómo acabaría la cuenta…
Langosta al ajillo, un pescado
de un quilo y pico a la brasa, gambones, calamar… Los precios son por cien
gramos... Al terminar la elección el camarero acude con la cesta llena de
pescado a una balanza y pesa nuestra selección. Fue entonces cuando se me hizo
un nudo en el estómago y empecé a hiperventilar. Mi cabeza sumó en euros y un
poco más y me voy corriendo. Jajajaja.
Por suerte las excursiones nos
habían costado muchísimo menos de lo que pensábamos y la diferencia era mayor que
la suma de esos pescados… ¡Los disfruté un montón! Lo único que no me gustó
demasiado fueron las gambas, eran insulsas. Si vais a Patong y las pedís, sobre
todo que sean al ajillo o con curry o con cualquier especia que le dé sabor.
Al terminar pagamos la cuenta
con la VISA, respiramos hondo y caminamos para comprar un helado mientras
veíamos el desmadre de la zona roja de Patong. ¡Impresionante! Me horrorizó y me
impactó a partes iguales. Mujeres bailando en barras medio desnudas, bares
repletos de hombres y vicio, chicas que te invitaban a entrar en la calle…
¡Feliz día! J
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