Wat Suthat, Sao Cing-Cha, Wat Saket y Palacio de Dusit

11:11 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me despierto tarde y con muchísimas ganas de avanzar en la novela que estoy escribiendo, aunque no tengo claro cómo enlazar mis nuevas ideas con lo que ya llevo redactado… Jejejeje, a veces pasa, hay que encontrar la manera de que la historia de suspense sorprenda, ¿no?
Wat Suthat
Desde que llegué de vacaciones las ideas se han convertido en una sinfonía de momentos, bombardean mi cabeza con una cadencia intensa, dándome visiones de la realidad que no tenía antes. Hay momentos en los que aquel deseo lejano e inalcanzable de dedicar mis horas únicamente a escribir renace con una fuerza implacable. Entonces mi marido razona conmigo: «si ahora, trabajando cuarenta horas a la semana, escribes una novela cada tres o cuatro meses, sin trabajar qué harías, ¿una a la semana?».
Interesante debate… Creo que no, que mi ritmo de escritura sería el mismo, los cambios vendrían en tiempo para leer más y para pulir novelas antiguas.
Ayer Judith, la administradora del blog Zona Excéntrica, publicó una reseña de Ecosdel Pasado, ¿Queréis echarle un vistazo?
Volvamos a Bangkok, una ciudad preciosa…
Cenamos en el Harmonique y nos fuimos a dormir. Las noches no las aprovechábamos por el cansancio, despertarse pronto y caminar durante horas bajo el húmedo calor de Tailandia te deja con un ataque de sueño a las diez de la noche…
Wat Saket
Al día siguiente nos despertamos temprano, disfrutamos del increíble desayuno del hotel y nos encaminamos en taxi a otra zona de la parte antigua de la ciudad. Primero visitamos el Wat Suthat, un templo que me pareció de los más flojitos, y el columpio gigante (llamado realmente Sao Ching-Cha), que me decepcionó bastante, porque consistía en una estructura metálica enorme a la que le faltaba la parte importante: el columpio en sí.
De ahí nos fuimos caminando al Wat Saket, o Monte Dorado, un pequeño montículo al que subes por una escalera de peldaños pequeños, acompañada por un calor pegadizo que te engancha la ropa al cuerpo. Vale la pena subir, en la cima hay un templo precioso desde el que observas la vista de la pate antigua de la ciudad.
Tocamos cada una de las campanas y gongs que nos encontramos en el camino, regando el calor con aguas frías que habíamos comprado antes de la ascensión. Luego descendimos dispuestos a encontrar una manera de llegar al Palacio de Dusit, un lugar que alberga tesoros reales de un valor incalculable.
Palacio de Dusit
Nos perdimos… Jejeje. Empezamos a andar en una dirección que creíamos correcta y acabamos en unas callejuelas un poco destartaladas. Por suerte no pasé nada de miedo, Tailandia es un lugar donde normalmente te sientes segura. Nos encontramos a un señor de un taller de motos reparando una al aire libre y le pedimos ayuda, pero nos indicó mal el camino y todavía nos alejamos más. Al final optamos por coger un taxi.
Me impresionó la seguridad del palacio, las maravillas que se guardan en su interior y el poderío de los reyes que exudan esos tesoros. Paseamos entre ellos con un auricular en español, que ese día era gratuito. Al salir nos montamos en un taxi rumbo al Gran Palacio para coger el express boat hacia el hotel.

¡Feliz día! J

You Might Also Like

0 comentarios: