¡Menudo retraso!

8:38 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Vamos a empezar con el relato de mi viaje, de cómo fue la experiencia, ya que hay muchísimo que contar.
Salimos de casa el dos de agosto a las siete de la tarde, con el coche cargado de maletas y de ilusiones. 
El vuelo es muy largo, así que nos armamos con paciencia y las ganas de llegar para aguantar dentro del avión las primeras siete horas. 
Como era de noche, intentamos dormir lo máximo posible, aunque a mí no se me da bien eso de pegar cabezaditas en un asiento, por muy reclinable que sea. Pero conseguí cerrar los ojos de forma intermitente.


Llegamos a Doha bastante cansados, pero con las energías a tope para seguir nuestro camino. Pero al pasar el control de equipajes y consultar en la pantalla dónde teníamos la puerta de embarque, nos quedamos atónitos. ¡Nos habían retrasado el vuelo cuatro horas y diecisiete minutos! 
Teniendo en cuenta que en Danang debíamos coger el último vuelo destino a Ciudad de Ho Chi Ming para emprender una excursión al día siguiente y que la nueva llegada prevista era a las doce de la noche, nos dimos cuenta de cómo afectaba ese retraso a todo lo demás.
Habíamos pagado un hotel en Ho Chi Ming al que era imposible llegar, perderíamos un vuelo que habíamos pagado sin derecho a devolución y al día siguiente también habíamos pagado una excursión al Mekong con Asiática Travel y un guía en español. Si no lográbamos llegar…


Pasado el agobio inicial, nos fuimos a informar. Nos hicieron caminar por el aeropuerto de Doha, un lugar enorme, hasta el mostrador de Qatar Airways, donde después de una cola larguísima, logramos hablar con una señorita. Pero solo nos dijo que si íbamos a un bar en concreto nos darían de desayunar y que no había nada qué hacer. El vuelo iba a salir a la nueva hora prevista.
Nos fuimos hacia el restaurante arrastrando nuestro cansancio y un enfado de dos pares de narices. Otra vez nos tocó caminar durante un largo rato para llegar a nuestro destino, donde, tras una cola larguísima, nos dijeron que nuestras tarjetas de embarque no servían para darnos la comida y que debíamos regresar al mostrador de Qatar para cambiarlas.
¿En serio? ¡En ese momento estallé! ¡Y mi marido también! Era una de esas sensaciones de impotencia y rabia que a veces te invaden. Porque, a ver, ¿cómo era posible que la señorita de Qatar no nos lo hubiera dicho? ¿Y de verdad debíamos volver a recorrer toda esa distancia, hacer la cola de nuevo, regresar y ponernos a la otra cola, otra vez? 


Acabé yéndome a una mesa con una ira imposible de frenar y al final mi marido consiguió que entraran en razón y obtuvo el desayuno. ¡No sé qué haría sin él!
Y entonces vino la segunda parte, quizás la más importante: encontrar una solución para el vuelo de Danang a Ciudad de Ho Chi Ming. 
Me conecté al desastroso Wifi del aeropuerto de Doha, y digo desastroso porque aunque sea gratis, va fatal. Intenté entrar en la web de Vietjet sin ningún éxito, pero conseguí ver que había un vuelo a las cuatro de la mañana y que todavía había plazas.
Pregunté cómo conseguir mejor conexión y me mandaron otra vez cerca del mostrador de Qatar Airways, donde tienen un montón de mesas con iMacs enormes para los viajeros. Pero en vez de ratón hay una bola plateada que ninguno sabíamos usar y los problemas para entrar en Vietjet seguían presentes.
En ese momento mi nivel de estrés era máximo. Porque necesitaba solucionar sí o sí el problema…
Al lado de los ordenadores estaba el Starbucks, donde pensamos encontrar una mejor cobertura. Y un café nos vendría de perlas. Pero tampoco ahí conseguimos entrar en la dichosa web y nos imaginamos que debía estar capada.
Al final recurrí a Mara, tras intentar localizar a otras de mis amigas. A través del chat le pedí ayuda. Finalmente conseguí cambiar mi vuelo, pagando la suma extra y no esperada, al de las cuatro de la mañana.
¡Feliz día! J

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