Stellar of the Seas (bahía de Halong II)

9:49 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! En la bahía de Halong descubrí cómo los amaneceres podían superar con creces a los sunsets, la tranquilidad de viajar en un crucero de lujo, la forma en la que navegar por las serenas aguas del mar me ayudaba a descubrir esa parte de Vietnam que todo el mundo adora y, sobre todo, lo pasé genial.
El barco era una maravilla. Con pocos camarotes, la cantidad de gente que lo poblaba no superaba la cuarentena y eso es muy agradable cuando estás en medio del mar.
Lo único un poco difícil para nosotros fueron los horarios de las comidas, ya que el almuerzo lo servían a las once de la mañana y me costaba muchísimo llenar mi estómago a esa hora, cuando el desayuno había sido a las siete.


Nuestro crucero era de tres días, dos noches. Y no me arrepiento de la duración ni de haber elegido el Stellar of the Seas, ya que las instalaciones son una pasada, el personal súper atento y el hecho de tener la pequeña piscina en la proa consigue que la estancia sea perfecta.
Al llegar el primer día nos dieron un almuerzo de cinco platos en el restaurante. Estaba todo buenísimo. Lo único es el precio de las bebidas. Hay que ir con cuidado, ya que una Coca-Cola vale un euro y medio, precio europeo, y en el pack solo se incluye agua.


La tarde nos la dejaron para instalarnos, bañarnos en la piscina o coger los kayaks que te ofrecen de forma gratuita y recorrer los alrededores. Esta actividad para mí tiene bastantes fallos, ya que nadie te acompaña ni hay una visita guiada, simplemente te subes a un kayak y das una vuelta. También colocan unas colchonetas en el agua para usarlas mientras nadas.
Un fallo importante para mí del barco es que en la cubierta superior hay un solárium maravilloso, pero sin ninguna ducha en la que poder refrescarte. Y con el calor de ese lugar, no hay nadie tomando el sol en esas espléndidas hamacas.
A media tarde subimos a la piscina, donde tomamos un coctel aprovechando la happy hour. En ese instante empezó el sunset, y lo disfrutamos felices, sin dejar de sonreír.   
Después nos sirvieron una barbacoa buenísima y nos fuimos a la cama.


El Wifi funciona solo en algunos momentos, ya que el barco navega por la bahía y no siempre encuentra repetidores, pero en la zona de noche sí hay conexión y la tele del camarote permite ver Netflix.
¡Al día siguiente mi cabeza decidió despertarme a las cinco! Así que decidí a ir a popa, al pequeñísimo minigolf, para practicar tai chi. Fue una experiencia genial y me activó para el día.
Tras nuestro almuerzo temprano, nos fuimos a una excursión a  Viet Hai Village, donde fuimos en bicicleta y visitamos un trocito de la isla. Después nos llevaron a una playa a bañarnos. No estuvo mal, pero a esta excursión le faltaba, la verdad.


La tarde se escurrió descansando, tomando un tentempié al llegar y acudiendo de nuevo a la barbacoa, con una clase de cocina local justo antes.
Esa noche me desperté de madrugada y abrí la ventana para observar un sublime amanecer. Creo que en mi vida había visto algo tan hermoso.
Y al día siguiente nos llevaron a visitar una cueva antes de llevarnos de vuelta al muelle para tomar una van destino a Hanoi, al Rex Hanoi Hotel.
¡Feliz día! J

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