Río Mekong III

9:09 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! He dejado aparcado el blog toda una semana… Y es que entre el viaje a Creta y volver a ponerme a tono en casa me han pasado los días a toda pastilla. Pero aquí estoy de nuevo, dispuesta a contar mis peripecias en Vietnam.
Nos quedamos en el primer día en el río Mekong, tras la comida en un restaurante típico.
Por la tarde fuimos a recorrer otra parte del río, donde nos llevaron con barcas más pequeñas. Todas ellas estaban capitaneadas por mujeres, quienes de pie en la popa remaban para llevarnos por los canales más pequeños.


Me encantó navegar por las aguas, conocer los colores de esa parte de Vietnam, los aromas y la paz que se respiraba, aunque el calor sofocante restaba puntos a pasarlo súper bien. Porque era de esos calores que te arrancan sudor solo con salir a la calle, como si estuviéramos en una sauna húmeda…
Esa noche dormimos en Can Tho, en un hotel Ibis que estaba genial y que nos había buscado Asiática Travel, la agencia que contratamos desde Barcelona para realizar la excursión.


Cenamos en un restaurante que nos aconsejó el guía. No estuvo mal, pero los establecimientos de esa parte del viaje fueron todos bastante turísticos y más caros de lo que normalmente se paga en el sudeste asiático.
Al despertarnos al día siguiente teníamos el tiempo justo para desayunar antes de coger una nueva barca para visitar el mercado flotante de Phong Dien. 
Fue un poco estresante para mí porque bajé sola al restaurante y me quedé encerrada en el ascensor. Nunca me había pasado y fue muy angustioso. El aire acondicionado dejó de funcionar, llamaba al timbre, pero no lo escuchaba ni sabía si alguien me oía. 


Por suerte tenía cobertura en el móvil y pude avisar a mi marido. Pasé unos diez minutos en pánico hasta que finalmente me sacaron…
En fin. Pasado el susto desayunamos y nos metimos en el coche para recorrer el pequeño trayecto hasta el puerto, donde montamos en una barca para navegar hasta el mercado flotante.
No había visto ninguno antes y me impresionó, sobre todo descubrir cómo los comerciantes utilizan sus barcas para todo. Viven en ellas mientras van vaciándolas de mercancía. Es súper interesante recorrer el lugar, observar cómo otras barquitas se acercan para comerciar y adquirir los productos, a la par que te topas con imágenes tan cotidianas como una mujer limpiando la ropa o alguien desayunando en la popa…


El color del lugar es impresionante. Cada barca está repleta de mercancía, las había con miles de melones, otras de sandías, otras de verduras… ¡Había un montón de opciones!
Tras pasar media hora recorriendo el lugar fuimos a visitar un huerto de frutas que nos pareció impresionante. Vimos árboles que atesoraban un montón de variedades de fruta y, tras pasear entre ellos, nos ofrecieron un plato con variedades locales y un té.


Estábamos cansados cuando regresamos al coche para recorrer la distancia hasta una casa típica vietnamita que nos dejaron visitar. Me gustó un montón conocer un poco más de su cultura, de los altares que tienen en sus hogares, de la historia de una parte del país.
Al salir estaba lloviendo a mares. Recorrimos el camino hasta el aeropuerto acompañados de la tormenta, pero con las emociones a flor de piel tras la primera etapa de nuestro viaje.
¡Feliz día! J

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