Rumbo a Suiza (localizaciones)

8:18 Pat Casalà 1 Comments

¡Buenos días! A veces, cuando me preguntan por qué elegí una localización en concreto para una novela sonrío y me lanzo a contar algo de mi pasado. No siempre, porque en algunas he tirado de internet, de sueños, de ideas… 
Cuando empecé Rumbo a ninguna parte tuve claro que esta vez usaría un lugar de mi pasado, uno donde estuve un verano con Cristina y Judit, uno donde disfruté del paisaje, de las instalaciones, de los alrededores…
He estado pocas veces en mi vida en Suiza, pero es un país precioso. ¡Y caro!


Bruno y Aurora vienen de dos mundos distintos. Él de una mansión en La Moraleja, acostumbrado a tenerlo todo, a ser el número uno de las carreras de motos ilegales en las que participa, a no preocuparse por nada. Ella de un pequeño apartamento en Cádiz, de una familia rota, de malos tratos, de dolor. Y ambos acaban en ese maravilloso internado de Suiza para niños problemáticos.
La ambientación era importante, igual que el hecho de pensar en cómo se vive en un internado, lejos de la familia, con baños compartidos, comedor conjunto, salas, terapia individual y en grupo…


Crans-Montana es una pequeña población situada en las montañas alpinas, con un entorno alucinante y típicas casitas nevadas en invierno, con esos tejados de cuento, las paredes de piedra, los colores intensos…
Estar cerca de los bosques, de la naturaleza, de esas nevadas tan copiosas en invierno, con clases de hípica, vela, esquí, tenis… es un privilegio. 


Un edificio de piedra de tres plantas, con habitaciones cuádruples de dos literas, frente a una larga y perfecta explanada de césped llena de abetos y vistas maravillosas. Tiene hípica, piscina, pistas de tenis, de pádel, campo de fútbol, un lago con embarcaciones para hacer vela y un gran bosque rodeando las hectáreas. Hay varias salas interiores comunes: una sala de juegos, biblioteca, salón de televisión, una gran aula de estudio y un par de salones con sillones para descansar y distraerse con juegos de mesa.


La pareja pasa muchos fines de semana en una casa alquilada por Bruno en el pueblo.
Es una pequeña edificación que solo consta de una habitación, un baño completo y una estancia donde se encuentra la cocina y el salón-comedor. 
La cocina no es muy grande, está separada del salón-comedor por una barra americana de melanina gris oscuro. La decoración de la estancia es rústica, con muebles de madera y tapizados en tonos granates, llenos de motivos alpinos.


Bruno tiene un garaje adyacente a la propiedad donde guarda su moto. Por el suelo se desparraman las herramientas que Bruno ha comprado para desmontar el motor. Hay unas estanterías vacías de madera en la pared, que en pocos días piensa llenar con piezas de desguaces para darle más potencia a la Suzuki GSX R600. Él se sienta siempre en un taburete frente a la moto.


Y en un momento del libro, Aurora y Bruno comparten una excursión a Zermatt, un idílico pueblo suizo. Allí se pierden por la montaña y se confiesan por primera vez sus sentimientos. Es una montaña llena de lagos, tiene un glaciar espectacular y además es un pueblo donde están prohibidos los vehículos a motor. Esa escena es tan bonita para mí… Porque mi marido y yo, de recién casados, fuimos a pasar una semana en verano y también nos perdimos por esas montañas y experimentamos algo muy similar a los protagonistas… Aunque diferente….
¡Feliz día! J

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