Sinfonía de momentos

10:01 Pat Casalà 3 Comments


¡Buenos días! Grrrrrr, ¡sigue nublado! Suerte que en mi corazón luce un sol intenso. Aunque todavía no me saco el susto del cuerpo…
Ayer por la tarde fui a una de las clases de baile mensuales que se alargan durante dos horas un sábado. Empezamos a bailar a las siete y terminamos a las nueve de la noche… ¡Qué bien me sentó! Necesitaba exorcizar el mal trago y quemar adrenalina.
Parece mentira cómo una clase de baile puede ayudar tanto a deshacerse de la ansiedad y los nervios. ¡Os lo recomiendo a todos! Pensad que ayer había cuatro hombres y un niño en la clase, junto a unas veinte mujeres.
El compás de los acordes nos marca un movimiento frenético siguiendo los pasos que nos enseña el profesor. Mi cabeza se entretiene contando tiempos de ocho, sintiendo la coreografía crecer y asentarse en su interior; mi cuerpo perfecciona la sincronización con el ritmo a medida que automatizo los movimientos y al final disfruto del baile. ¡A veces incluso canto!
Una de las cosas que me sorprendió en los momentos delicados que viví con mi padre el jueves y el viernes fue mi reacción. Yo pensaba que sería más como mis protagonistas, con un ataque de nervios y un acelerón, pero al final acabé sentada en una silla, con el iPad abierto en el regazo y forzando a mi mente a desestresarse haciendo solitarios. ¡Me inhibí del resto!
La situación fue tensa, mi hermana sintió cómo el suelo se hundía bajo sus pies al ver a mi padre, las reminiscencias de lo sucedido con su marido le aguijonearon las emociones y estalló en un llanto silencioso y una angustia propia del momento. La apoyamos entre todos, la abrazamos, le dimos el calor necesario para que borrara esos recuerdos dolorosos que poco a poco supera.
Mi madre se angustió y se desmoronó en muchos momentos. También evocó a mi cuñado cuando descubrió a mi padre intubado, conectado a los monitores, hinchado y con un color demasiado pálido en la piel. Lloraba a intervalos y no lograba detener la ansiedad.
  Ahora, cuando pienso en las reacciones de mi familia sé que mi madre siente igual que María Agreste, uno de los personajes de La Baraja. Es curioso cómo describí su manera de vivir unos momentos tensos igual que lo ha hecho mi madre en la vida real. ¿Será que mi cabeza reproduce recuerdos cuando escribo?
Creo que a medida que la vida transcurre a mi alrededor mi cabeza almacena información para reproducirla en las novelas cuando es requerida, es como si absorbiera cada instante, casa reacción, cada comentario, cada gesto, cada movimiento para incorporarlos a un baúl de registros que se extraen en las narraciones.
¡Cómo me gusta el proceso de creación! Hasta este momento la parte positiva de las reseñas siempre es mi imaginación y mi capacidad de ofrecer un argumento bien estructurado. ¡Eso me anima a seguir, a escribir, a no tirar la toalla!
He dado un paso atrás en una de mis decisiones, pero no sé dónde estoy ni dónde voy a llegar. Ya os dije que no quería pensar en el futuro, solo dejar que suceda. Así que el tiempo dirá…
¡Me voy de ruta de clínicas! Es que a mi suegra la operaron el martes, pero a ella sin susto. ¡Besos!
¡Feliz día! J

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3 comentarios:

  1. Un FELIZ domingo :-)
    Yo ahí sigo... con Ángela encerrada con su hijo en el sótano y sus hermanos buscándola (aún en los comienzos... se me cierran los ojitos enseguida y no por falta de ganas de seguir).
    Besos

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