Decidir destino en un instante
¡Buenos días! Parece que la ola de calor empieza a
retirarse para dejarnos días menos asfixiantes en la ciudad. Ayer mi niña
inició la rutina en el otro lado del mundo y yo fui a mi primera clase de Zumba
después de un verano de gimnasia de dedos. Ahora no me puedo mover sin sentir
agujetas en cada parte de mi cuerpo.
Bailar me ayuda a deshacerme del estrés del
trabajo, a relajarme y a dejar la mente en blanco durante una horita… Es un
ejercicio perfecto para el cuerpo, una manera entusiasta de conectar con mis
emociones.
Como me temía la vorágine de la normalidad me seca
algunas ideas y me cuesta más avanzar en la novela, pero no estoy para nada
descontenta con su avance, consigo conectar mucho con Swan y Steff, son dos
personajes con mucha fuerza y me encanta trabajar con ellos.
A veces pienso que podría cerrar los ojos y
traspasar a mi mundo de fantasía…
Este verano no teníamos nada previsto, era un año
incierto porque no sabíamos el destino de Irene ni cuándo se iría ni con quién.
Podía viajar entre el veintisiete de julio hasta el tres de septiembre. Tampoco
sabía si me podría coger las vacaciones cuando quería, en el despacho teníamos
una operación a medias. Así que llegamos al día treinta sin billetes ni ideas
acerca de qué hacer.
Sin saber nada de Irene, con las vacaciones
concedidas y muchas ganas de salir de Barcelona me senté en el sillón del
comedor el sábado treinta a las siete de la mañana. Nos la íbamos a jugar, nos
iríamos a algún sitio improvisado durante ocho días y si nos llamaban para que
mi hija se fuera lo retrasaríamos lo necesario.
Empecé buscando cruceros, los de última hora
tenían un precio increíble, pero cuando fui a contratarlo descubrí un problema
añadido: el pasaporte de Irene estaba en Madrid, en la Embajada de EEUU para
acabar de tramitar el visado. Así que cualquier destino fuera de la UE quedaba descartado,
incluyendo los cruceros porque para embarcar el pasaporte es obligatorio.
Mi siguiente destino fue Eslovenia y Croacia.
Busqué vuelos, hoteles, ruta… Y al llegar al coche de alquiler para recoger en
un país y devolverle al otro descubrí que no era posible.
Así que vuelta a empezar…
Entonces recordé esas fantasías infantiles de ir
al aeropuerto y decir: «deme billete en el primer vuelo que salga». Era uno de
mis pendientes en mi lista de ideas descabelladas que quiero realizar durante
mi vida. Y usé el Skyscanner con unos parámetros fáciles: cualquier destino de
Europa para cuatro personas saliendo ese mismo día.
Había algunos vuelos a ciudades españolas, a
Italia y a Francia, pero el que llamó mi atención fue el de Praga. Y lo compré
sin pensar. Era para esa misma tarde a las seis, apenas nos quedaban unas horas
para prepararlo todo… Decidí coger la vuelta desde Viena al cabo de nueve días,
sin pensar en cómo iríamos de Praga a Viena… Y reservé los hoteles. Solo
tuvimos tiempo de una comida rápida, colocar la coneja de mi hijo, hacer las
maletas y correr al aeropuerto… ¡Fue genial!
¡Feliz día! J
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