Primeras horas en Praga
¡Buenos días! Viernes… Este fin de semana lo
quiero para descansar, escribir, reconectar con Swan y Steff y buscar una
lectura que me ayude a revolucionar mi inspiración para seguir adelante con una
trama llena de intensidad.
La vuelta a la vida normal me ha bloqueado, espero
que solo por unos días porque me gusta mi nuevo enfoque de la historia, sin
caer en lo mismo, con una vuelta de tuerca hacia lo picante, con unos
personajes llenos de chulería y fuerza de carácter.
Me encanta intercambiar diálogos entre ellos,
buscar la manera de hacer juegos verbales a la altura de su interrelación.
Aunque a veces cueste porque yo no soy así. La Serie Sin ti está llena de mujeres fuertes, luchadoras, optimistas
y capaces de desafiar los tópicos para conseguir sus objetivos.
Espero encontrar de nuevo el tono perdido…
Ayer os expliqué cómo decidí un destino para
viajar este verano en una mañana. Hacía calor, era un día de aquellos en los
que mi insomnio me había quitado horas de descanso, estaba cansada, dormida y
excitada por la inminente partida. Hice las maletas a doscientos por hora,
llamé a mi madre para informarla, mi marido llevó a Àlex a dejar a su mascota
con una migo, comimos en un Frankfurt sin dejar de mirar el reloj y al final nos
fuimos al aeropuerto.
Praga es una ciudad de cuento, un lugar encantado
donde me encantaría pasar un año sabático solo acompañada con mi ordenador, mis
mundos imaginarios, mis personajes y mis historias.
Llegamos de noche. Hacía fresco, teníamos hambre,
estábamos cansados y no teníamos ni idea de dónde tomar algo. Gracias a una
oferta de última hora que encontré estábamos en un Hilton, aunque a diez
minutos andando del centro. Preguntamos a un chico muy simpático de recepción y
nos dijo hacia dónde ir para encontrar un lugar abierto a esas horas.
Acabamos en un McDonald’s…
La mañana siguiente despertó lluviosa y triste.
Compramos un par de paraguas, unos chubasqueros y nos fuimos a recorrer la
ciudad para empaparnos de su esencia. La tormenta arreció, nos estábamos empampando,
así que decidimos buscar la estación central para arreglar nuestro traslado a
Viena en tres días.
Tardamos en encontrarla, dimos varias vueltas,
valoramos la posibilidad de alquilar un coche y acabamos sin decidir nada. Al
salir de la estación ya no llovía, así que caminamos hacia el centro para
buscar un sitio donde comer y pasear un poco.
Acabamos en la plaza del reloj astronómico…
¡Feliz día! J
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