Llegando al punto y final...

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Estoy en la recta final de NPVST, apenas me quedan cuatro capítulos para terminar la historia de Julia y Zack. Me han acompañado durante mucho tiempo y me va a ser difícil dejarlos en el disco duro, pero se merecen un final feliz después de los sucesos a los que se han enfrentado.
Poner el punto y final a una novela significa abandonar un mundo de emociones, personajes, localizaciones, canciones e imágenes. Al principio me viene el bajón. Tras meses acompañada de una lista de spotify, mirando el tablero de Printerest, dejando crecer a unos protagonistas en mi interior y vibrando con ellos, llego a un fin donde me quedo vacía.


Los echo de menos, es así de simple. Al releer la historia siento crecer de nuevo los lazos con ellos, pero con la realidad imponiéndose: en pocos días formarán parte del elenco de novelas de mi ordenador, pasarán a un segundo plano mientras mi mente teje una nueva trama, con personajes diferentes y un sinfín de situaciones excitantes.
A medida que escribo me doy cuenta de cómo funciona mi mente. Tengo un gran poder de concentración, no me cuesta ponerme en situación en cualquier lugar, sin importar el entorno ni la parte de la trama donde me encuentro.


Mi primera escena un poco subida de tono la escribí en la peluquería porque iba ahí, y no me importó estar sentada frente a un espejo, con el pelo lleno de tinte y en un lugar público.
El viernes, mientras regresaba con el AVE de Madrid llegué a una parte parecida de NPVST y puse la directa, escribí sin atender al lugar ni a la situación. Solo seguí adelante para darles a Julia y a Zack el momento de intimidad que tocaba en la trama.
Y de repente me di cuenta de que el señor de la silla de al lado estaba absorto en mi escrito. ¡Buf! Me subió un calor insano a la cara, bajé la tapa del ordenador y cogí el teléfono para disimular, hablando con mis amigas. Una cosa es escribir en cualquier lugar y otra es tener público…


Pasado Zaragoza el tren se vació bastante y mi compañero de fila se fue atrás. Solté el aire que llevaba veinte minutos reteniendo en mis pulmones y retomé la escritura. ¡Fue una experiencia intensa!
El próximo paso a la hora de avanzar en este mundo es no volver a sonrojarme. Lo conseguiré. Cuando empecé a escribir la idea de plasmar una escena íntima me parecía ciencia-ficción. La idea de que mi padre, mi suegra, mi marido y mis hijos pudieran leerlo me incomodaba. Ahora he llegado a un punto donde ya no me importa.
A ver dónde me lleva la escritura…

¡Feliz día! J  

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