Pensando en CEST...
¡Buenos días! Ayer fue un día caótico, con mil
cosas que salieron mal y un sinfín de instantes estresantes. La parte positiva
es que pude avanzar en la lectura correctiva de NPVST y pensar un poco en qué
quiero hacer con las novelas una vez terminadas.
A veces navego a la deriva en ese aspecto y
recaigo unos segundos en un pozo donde rápidamente veo la luz. Porque la
realidad es más colorida de lo que pensaba en un principio y nunca debo perder
la sonrisa para adentrarme en un laberinto maravilloso donde mi mente se evade
a mundos paralelos.
Tengo la historia de Luke y Kristie empezada, con
un mil ideas en la mente para llevarles a vivir con intensidad, una lista
preciosa en Spotify y el tablero de Printerest con algunos pines de su relación.
CEST será diferente a las tres primeras de la serie porque la edad de sus
protagonistas es más parecida y sus caracteres distan bastante de los de Zack y
Julia.
Todavía no me he desligado de mis últimos
protagonistas. Esta semana y la que viene la dedicaré a darle vueltas a NPVST
para ver si necesita algún retoque. Necesito seguir conectada a Julia y a Zack
un tiempo para no dejarles del todo. Es triste cuando pongo el punto final.
Dejo de escuchar una playlist que me
ha llenado de emociones, de pensar en los protagonistas, de vivir en un lugar
determinado para abrazar un nuevo mundo.
Por suerte CEST conserva bastantes localizaciones,
la misma pandilla de amigos, sus locuras y la idea de llenar el texto con
canciones que ilustren un momento determinado, sin olvidar las actuaciones del
grupo de Julia y Luke ni la aparición de dos chicas nuevas: Kristie y su
hermana Steff.
El final de NPVST me costó mucho escribirlo. La novela
en general ha sido difícil, necesitaba solucionar unos cabos sueltos y ha
habido capítulos más de thriller que de romántica. Llevaba demasiado tiempo sin
escribir este género y he necesitado rescatarlo de la memoria para cerrar las
tramas con lógica, sin olvidar la parte amorosa.
Tengo mucha fe en la serie Sin ti, igual que en Bruno y Aurora y su Rumbo a ninguna parte. ¿A quién no le gustaría rodar una bola del
mundo cada seis meses para volar al lugar donde ser pare el dedo al detener su movimiento?
Esa parte de la novela me encanta. Si pudiera lo dejaría todo, metería cuatro
cosas en una maleta y me perdería por el mundo sin rumbo, solo cargada con
ilusiones y un portátil donde dejar constancia de mis viajes.
Ains, sería maravilloso…
Por suerte escribir historias en lugares lejanos
me ayuda a viajar con la mente y con San Google y a vibrar con las situaciones
de personas imaginarias.
¡Feliz día! J
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