¡Hijos!
¡Buenos días! El tiempo vuelve a hacer de las suyas, parece que el día será más fresco que el de ayer y con algunas nubes. Es increíble la extraña primavera que tenemos este año, pasamos del frío al calor en cuestión de horas y una ya no sabe cómo vestirse.
Ayer
bailé con mi hijo. De jovencita iba a clase en una academia dos veces por
semana con una madre y una hija. Soñaba con bailar algún día con una hija que todavía
no tenía. Me encantaba la idea de no abandonar mi afición de mayor y de que mi
niña me acompañara. Pero como en mi casa es el mundo al revés: mi hija jugó dos
años a futbol en un equipo femenino y el niño no quiere ni ver una pelota…
¡Ayer Àlex se vino con su amigo a mi clase de baile!
Suerte
que era una lección sencilla, con pocos pasos y sin una coreografía larga. ¡Fue
divertido! Él se moría de vergüenza y yo me divertía haciéndole gestos que lo incomodaban.
Levantaba los pulgares, le guiñaba el
ojo, me acercaba… Jajajajajaja, solo las madres tenemos ese lujo.
La
verdad es que a veces miro a mi niño y descubro un hombretón a mi lado. Mide un
metro setenta y muchos, calza un cuarenta y seis y solo tiene quince años…
Ufffff, cuando voy por la calle con él me parece increíble que aquel bebé
monísimo que acunaba hace pocos años se haya convertido en todo un joven.
Desde
mi punto de vista la peor edad es la que ahora atraviesan los dos. La
adolescencia es difícil para los padres y, sin encima los niños tienen carácter
y les falta motivación y ganas para estudiar, cuesta un mundo centrarlos.
Últimamente
en casa se respira un ambiente nervioso. Mi hija tiende a enfadarse cada vez
que le señalamos un error y es muy complicado lidiar con alguien en plena
ebullición de hormonas. Me parece mentira que tengamos estos problemas. Pero es
lo que hay…
Educar,
hablar con ellos, descubrir cómo ayudarlos cuando no quieren dejarse ayudar,
decir la palabra exacta cuando toca, saber cómo actuar… ¡Ojalá vinieran con un
manual de instrucciones bajo el brazo! Creo que si lo tuviéramos nos enfrentaríamos
mejor a algunas circunstancias.
Quizás
la sociedad de hoy en día es demasiado permisiva y tolerante. Nos hemos pasado
de un extremo al otro y el ambiente no ayuda a centrar a los hijos ni a
ayudarlos a madurar de manera correcta. Ordenadores, móviles, televisión,
juegos… ¡Demasiadas distracciones!
A veces pienso que cuesta estar a la altura y
no acabo de encontrar el punto para dirigir el rumbo de mis hijos. Supongo que
el tiempo acaba por ponerlo todo en su sitio.
¡Feliz
día! J
FELIZ día :-)
ResponderEliminarMuy difícil saber qué y cómo hacer... solo podemos darles los mejor de nosotros mismos.
Hay cosas que no podemos controlar.
Los hijos "salen" como quieren, nada que ver con cómo les eduquemos.
Completamente cierto, Pilar. ¡Un beso y feliz día! :-)
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