Pasó el jueves...
¡Buenos
días! Hoy el día se ha despertado gris. Parece mentira que entre semana haga sol
y cuando llega el preciado fin de semana el cielo se nuble… ¡Este año estoy
blanquísima! En junio yo siempre estaba morena. En fin, a ver si las aspas del
sol asoman mañana…
Pasó
el jueves, uno de aquellos con un montón de cosas importantes que hacer y
muchas emociones concentradas. El final de una etapa en algunos aspectos, el
preludio de las notas de mis hijos, que llegan hoy, una película en el cine que
no se estrenará hasta julio, una visita al médico, dos reuniones y una comida.
Recuerdo
cuando trabajaba en la desaparecida tienda de mis padres atendiendo a las
clientas entre párrafo y párrafo de mis novelas. La mesa era un hervidero de
papeles, libros, diccionarios y el portátil, tenía mi pequeña libreta donde
anotaba algunas cosas sueltas de las tramas para no perderme y mis pesquisas
para dar verosimilitud al texto. Entonces siempre pasaba lo mismo: había
instantes en los que tenía los cuatro probadores llenos y otros en los que las
horas muertas se acumulaban sin motivo. Entonces yo pensaba: «¿por qué no se reparten?»
Ese fue mi pensamiento de ayer, todo en un mismo día…
Por
suerte el día se levantó brillante y, a pesar de que mi sistema nervioso se
altera con facilidad, conseguí vivir la jornada con ilusión. La comida fue
agradable, con anécdotas interesantes y un montón de cosas que compartir. Por
suerte la novela solo necesita un par de vueltas más antes de empezar su
periplo a las editoriales, aunque no voy a construir castillos en el aire ni a
pensar que las cosas saldrán bien a la primera. Le he visto demasiadas veces
las orejas al lobo para creerme que vendrá.
Ya
os dije que era posible madurar de mayor, y yo lo he hecho, como mínimo en lo
que se refiere al mundo editorial. No es lo que me imaginaba de pequeña ni la
panacea ni un lugar lleno de colores mágicos. Las esperas están a la orden del
día y la posibilidad de vivir de mis libros es una quimera muy difícil de
alcanzar. Creo que esta madurez se refleja en mis letras, más pausadas, sin
tanto estrés y con un elenco de personajes con más peso.
Supongo
que necesitaba pasar por un largo aprendizaje antes de enfrentarme a la
madurez, que las consecuencias de la dislexia me persiguieron durante años y
que mi imaginación ha acabado por crear muchas tramas que algún día pueden ser
de interés para los lectores.
Estoy
feliz con los logros, para mí tener ocho novelas terminadas y tres a medias es
una gran hazaña. Si cuando era pequeña me aseguraron que nunca podría escribir
más de folio… Así que le voy a dar a las cosas su justa medida. Me hace ilusión
saber que la novela sorprende, que fluye con facilidad y que gusta. Que mi
agente crea en ella es una parte importante el proceso de venta. Pero nadie me
garantiza que la coloque con facilidad, así que voy a comerme el pastel a
trozos y a no emocionarme sin motivo. La prudencia es una virtud.
Este
fin de semana volveré a LME, pero quiero hacerlo lentamente, sin prisas. Tengo
un poquito abandonada LMR, con unos setenta y ocho folios… Cuando resuelva unos
cuantos asuntos personales me pondré con ella. A ver si este verano le doy un
achuchón sin que en mi casa se quejen de mi “dedicación” a las letras. Mi
marido me dice que parezco imbuida por el ordenador… Jajajaja.
¡Hasta
mañana! J
Ya somos dos imbuidas jajaja
ResponderEliminarFELIZ día (aunque tarde) y FELIZ FIN DE SEMANA.
Jajajajajaja, ¡feliz fin de semana! :-)
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