Chichén Itzá I

10:01 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Los pájaros cantan para romper el silencio sacro que se escucha en las montañas. Estoy metida dentro de la cama, con el ordenador en el regazo y muchas secuencias en la cabeza, ayer tuve una idea genial para una nueva novela, fue como un flash de aquellos que te sorprenden de golpe y ya no te abandonan hasta que los plasmas en la hoja. Fue mientras caminaba sola hacia Llívia por el caminito de atrás de Estavar, empecé a escribir mentalmente el primer capítulo y a hilvanar la trama. ¡Al llegar a casa una hora después inicié la escritura!
Es curioso que muchas veces lo que narro en mi cabeza llegue distorsionado al folio… Por suerte la inspiración me acompañó mientras escribía las 2.748 palabras que ahora componen los primeros dos capítulos de LDE, una nueva e inquietante historia. A ver qué sale de esa idea…
Ayer nos quedamos en el final del primer día en México, tras una jornada de relax en la playa, paseo en Playa del Carmen, cena en el hotel y un placentero sueño a las nueve y media… Al día siguiente el despertador sonó a las seis en punto, aunque yo llevaba despierta un par de horas… Nos levantamos con rapidez, nos duchamos y fuimos a desayunar al hotel contiguo, el Riu Tequila, en un bar abierto las veinticuatro horas… Ese fue el consejo que nos dio el vendedor el día anterior, pero era totalmente desacertado, la comida era malísima…
A las 7:10 estábamos preparados para subir al autocar y embarcarnos en una aventura que a mí me apasionaba. ¡Nos íbamos a Chichén Itzá! Uno de los emplazamientos que utilicé para la escritura de El Secreto de los Cristales. Mi emoción no tenía límites, cuando escribo sobre lugares lejanos los estudio en Internet y la idea de ir en persona al lugar donde Ángela hace una escala en su aventura me llenaba de cosquillas el estómago y de sonrisas imparables.
El viaje se hizo largo y pesado, tres horas de autocar por medio de la selva… La mayoría de gente durmió cuando el guía terminó su explicación acerca de los Mayas Itzaés que se establecieron en esa ciudad hace mucho tiempo, yo me dediqué a mirar por la ventana y a recordar las peripecias de Ángela Harris.
Por desgracia en estas excursiones organizadas siempre hay la típica parada a algún sitio para que compremos… ¡Y esta no fue una excepción! Nos detuvimos en una cooperativa Maya donde nos obsequiaron con una bebida típica, nos dejaron ir al baño e intentaron que compráramos algo. A mí me agobia un montón que me lleven a un lugar así asegurándome que es un poblado Maya y que lo único que encuentre es una tienda de inmensas dimensiones con un vendedor pegado a mi espalda, alabando cada pieza que miro. Acabé sentada fuera esperando para irme a mi destino real.
Llegamos a Chichén Itzá a las 10:45. El calor era sofocante, parecía que estuviéramos en una sauna húmeda que nos empapaba la piel y cualquier prenda que la cubriera. Mis brazos, mis piernas, mi cara y mi tronco se llenaron de un sudor pegajoso, la ropa se enganchaba a la piel completamente empapada y constaba moverse con agilidad.
Es impresionante ver la selva en todo su esplendor e imaginarse a esos hombres correteando en un lugar tan enigmático y especial. La imaginación me llevó al momento álgido de la novela que escribí ya hace unos años, con la sensación de que debía mejorar algunos aspectos de la narración al experimentar en mi propia piel las sensaciones de Chichén Itzá…
¡Mañana sigo! Si no se hace un post demasiado largo…
¡Feliz día! J

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