Se terminó...
¡Buenos días! Última
jornada en las montañas, mañana toca ir a trabajar… Uffff, este año tengo un
poco de morriña, aunque con unos días de rutina volveré a sonreír sin pensar en
lo que me gustaría que fuera mi realidad. La vida es así y hoy en día tener
trabajo es tener un tesoro, ¡así que a cuidarlo!
He de admitir que cuando
paso unos días dedicada en cuerpo y alma a la escritura, como esta última
semana, mi vida es colorida, llena de emoción y buenas vibraciones. Entonces no
puedo evitar sentir mis anhelos con fuerza. Por suerte al regresar a la vida
real soy consciente de que mi situación es fantástica y tiro hacia delante con ilusión.
Se acaban las vacaciones
igual que hoy se termina mi maravilloso viaje a México…
El último día me desperté a
las 6:30 de la mañana. Abrí un ojo vi la hora que era y me vestí con un bañador
y un pareo para buscar las mejores hamacas. A esa hora conseguí dos al final de
la piscina, justo donde empieza la playa. ¡Eran fabulosas! ¡Con vistas al mar!
Me volví a meter en la cama
con la satisfacción de pasar mis últimas horas mexicanas en un lugar
privilegiado. A las ocho en punto nos duchamos, cerramos las maletas y nos
fuimos a desayunar. Luego nos tumbamos al sol para disfrutar del mar Caribe.
Los niños no dieron señales
de vida hasta las once pasadas. Entonces tocó la peor tarea: revisar sus
maletas, coger los objetos de valor de mi caja fuerte, terminar mi equipaje y
llevar las tarjetas magnéticas a recepción… Cuando me cortaron la pulserita me
dio tanta pena…
Una horita más de hamaca y
empezó la maratón. A las 12:45 comimos en el buffet de la piscina vestidos de
avión. Casi no hablamos, teníamos veinticuatro horas de viaje por delante y nos
hacía mucha pena abandonar el lugar.
Y llegó la hora… A las
13:31 nos subimos al autocar que nos llevó en una hora y media al aeropuerto.
Allí nos pusimos a la larga cola que precedía el abusivo pago de tasas de
salida. ¡Cincuenta y cinco euros por persona! Está bien cobrar un impuesto al
turismo, pero el precio era demasiado alto…
Con nuestros papelitos
sellados nos pusimos a la cola de facturación. En un par de horas estábamos en
la terminal de salidas. Mi hijo quería una revista y nos quedamos alucinados,
¡no tenían ni una en español! Los quioscos solo las vendían en inglés.
Y nos subimos al avión a
nuestras 18:00. Un poco más y no despegamos por culpa de un señor que perdió
los papeles, aunque tenía razón de enfadarse… Su asiento estaba empapado y no
tenían otro para él.
El vuelo fue largo y más
pesado que la ida. Diez horas sin dormir, lo intenté, pero si ya me cuesta en
la cama imaginaros lo difícil que es en un avión tan hecho polvo como el de
Pulmantur.
A las 11:00, hora española,
aterrizamos en Barajas. Para nosotros eran las cuatro de la noche, estábamos
reventados y todavía nos quedaban seis horas para el AVE Madrid-Barcelona.
Muertos de sueño cogimos un autobús hasta la estación de Atocha, donde dejamos
el equipaje en la consigna y nos pasamos el resto de las horas paseando nuestro
cansancio por Madrid.
Caminamos por el parque del
Retiro, visitamos la Puerta de Alcalá, la Cibeles y la Puerta del Sol antes de
entrar en una freiduría a tomar el famosísimo bocata de calamares. Al terminar
buscamos una terraza para tomar un granizado mientras buscábamos la manera de
no sucumbir al sueño. Y después continuamos la caminata hasta el palacio Real,
donde nos sentamos en la escalinata que hay frente a la puerta y descansamos. A
las cuatro emprendimos la marcha para llegar a Atocha andando.
Al subirnos al AVE a las
17:30 el cansancio era infinito. Las tres horas de trayecto nos concentramos en
la película para no dormirnos. Y al llegar a casa tocaron las lavadoras,
comprar algo de cena, secadoras, arreglar la casa… A las 23:32, hora española,
nos fuimos a la cama tras treinta y dos horas sin dormir…
¡Feliz día! J
¡Menudo viaje! He seguido cada entrada con mucha atención, ha sido como leer una novela corta o un artículo de uno de esos testimonios que publican muchas revistas de viajes. Las fotografías son preciosas y se nota que disfrutasteis un montón.
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de que lo pasaras tan bien.
Un beso!!
La verdad es que fue un gran viaje, de aquellos que miras las fotos y sonríes otra vez al recordar los instantes... ¡Ahora toca volver a la realidad! ¡Un beso enorme, María! :-)
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