La incertidumbre
¡Buenos días! Podría decir
que todo va bien, pero mentiría. Hay cosas que no se pueden evitar, somos
humanos y la pequeñez del hombre se hace patente en situaciones extremas,
mostrándonos la debilidad que nos invade y el poco control que tenemos sobre el
destino.
El otro día me preguntaron
qué don de la naturaleza me gustaría tener. No dudé al contestar que el mismo
de Marta Noguera: ver el futuro. Sé que sería una lacra en muchísimas
ocasiones, que quizás a veces los dones se convierten en maldiciones, pero
igualmente me encantaría saber qué pasará y cuando.
Odio la incertidumbre, no
conocer la respuesta a alguna de las preguntas que formula mi mente me agobia,
esperar a que se cumplan los deseos sin prever lo que sucederá me aboca a una
ansiedad difícil de dominar.
Ser capaz de darle un marco
temporal a las esperas y de entender si hay o no esperanza es mejor que pasarse
la vida en vilo, con la sensación de que hay expectativas positivas que se
derrumban con un soplido, aunque no tengas claro de dónde viene ese aire
repentino.
No hablo únicamente de la
escritura, es una sensación general, una corriente de pensamiento que me invade
mientras en la familia esperamos algo inevitable y durísimo. Y ahí es dónde la
debilidad de los humanos nos alcanza, dónde las realidades convergen en un
punto extraño y difícil de asumir.
Es posible que mi tendencia
a tenerlo todo bajo control choque frontalmente con la capacidad del tiempo de
sorprendernos con giros inexplicables. Me gusta saber dónde estoy y cuál es el
terreno sobre el que piso, es mi manera de caminar por la vida.
En la escritura hace tiempo
que tiré la toalla, ya no espero, únicamente disfruto de la creación, de la
cercanía de los personajes, con la emoción de encontrar una manera de avanzar
en la trama. Antes deseaba llegar a un cielo demasiado alto para mí, ahora
sencillamente permito que los días sumen sin agobiarme.
Aunque hay momentos en los
que cierro los ojos y vislumbro un futuro maravilloso, con una cola de personas
frente a un mostrador con uno de mis libros en papel, a la manera clásica, con
una portada excelente y miles de lectores dispuestos a comprarlo.
Lo mejor de esos instantes
de emoción no es la cantidad de personas que hay esperando a que les firme el
ejemplar, sino la certeza de que a partir de ese instante de inflexión mis
jornadas girarán únicamente en torno a las palabras, con una larga secuencia de
horas para dedicarlas a mis creaciones.
Al regresar de vacaciones
me bloqueé y EDP quedó en agua de borrajas. Las pocas palabras que tecleaba
eran flojas, degradando la tensión conseguida en los folios anteriores a un
mínimo voltaje. Ayer al fin logré subir la electricidad de la escena, con un
grado intenso de regreso a la acción.
A ver qué sale hoy…
¡Feliz día! J
¡Ver el futuro! ¡Qué agobio!
ResponderEliminarLe quitarías la esencia de la vida.
Yo prefiero vivir el día a día, el minuto a minuto, según va llegando y afrontar cada momento con sus más y sus menos.
FELIZ día de sorpresas e incertidumbres.
Jajajaja, quizás sí que saber lo que te espera es duro a veces, pero igualmente me encantaría… ¡Feliz día! :-)
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