La incertidumbre

10:01 Pat Casalà 2 Comments

¡Buenos días! Podría decir que todo va bien, pero mentiría. Hay cosas que no se pueden evitar, somos humanos y la pequeñez del hombre se hace patente en situaciones extremas, mostrándonos la debilidad que nos invade y el poco control que tenemos sobre el destino.
El otro día me preguntaron qué don de la naturaleza me gustaría tener. No dudé al contestar que el mismo de Marta Noguera: ver el futuro. Sé que sería una lacra en muchísimas ocasiones, que quizás a veces los dones se convierten en maldiciones, pero igualmente me encantaría saber qué pasará y cuando.
Odio la incertidumbre, no conocer la respuesta a alguna de las preguntas que formula mi mente me agobia, esperar a que se cumplan los deseos sin prever lo que sucederá me aboca a una ansiedad difícil de dominar.
Ser capaz de darle un marco temporal a las esperas y de entender si hay o no esperanza es mejor que pasarse la vida en vilo, con la sensación de que hay expectativas positivas que se derrumban con un soplido, aunque no tengas claro de dónde viene ese aire repentino.
No hablo únicamente de la escritura, es una sensación general, una corriente de pensamiento que me invade mientras en la familia esperamos algo inevitable y durísimo. Y ahí es dónde la debilidad de los humanos nos alcanza, dónde las realidades convergen en un punto extraño y difícil de asumir.
Es posible que mi tendencia a tenerlo todo bajo control choque frontalmente con la capacidad del tiempo de sorprendernos con giros inexplicables. Me gusta saber dónde estoy y cuál es el terreno sobre el que piso, es mi manera de caminar por la vida.
En la escritura hace tiempo que tiré la toalla, ya no espero, únicamente disfruto de la creación, de la cercanía de los personajes, con la emoción de encontrar una manera de avanzar en la trama. Antes deseaba llegar a un cielo demasiado alto para mí, ahora sencillamente permito que los días sumen sin agobiarme.
Aunque hay momentos en los que cierro los ojos y vislumbro un futuro maravilloso, con una cola de personas frente a un mostrador con uno de mis libros en papel, a la manera clásica, con una portada excelente y miles de lectores dispuestos a comprarlo.
Lo mejor de esos instantes de emoción no es la cantidad de personas que hay esperando a que les firme el ejemplar, sino la certeza de que a partir de ese instante de inflexión mis jornadas girarán únicamente en torno a las palabras, con una larga secuencia de horas para dedicarlas a mis creaciones.
Al regresar de vacaciones me bloqueé y EDP quedó en agua de borrajas. Las pocas palabras que tecleaba eran flojas, degradando la tensión conseguida en los folios anteriores a un mínimo voltaje. Ayer al fin logré subir la electricidad de la escena, con un grado intenso de regreso a la acción.
A ver qué sale hoy…

¡Feliz día! J

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2 comentarios:

  1. ¡Ver el futuro! ¡Qué agobio!
    Le quitarías la esencia de la vida.
    Yo prefiero vivir el día a día, el minuto a minuto, según va llegando y afrontar cada momento con sus más y sus menos.

    FELIZ día de sorpresas e incertidumbres.

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    1. Jajajaja, quizás sí que saber lo que te espera es duro a veces, pero igualmente me encantaría… ¡Feliz día! :-)

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