Nostalgia feliz
¡Buenos días! Las nubes
continúan en el cielo augurando otro día gris, ¡qué ganas tengo de sol! Los
últimos acontecimientos han logrado apagarme, pero estoy convencida de que en
pocos días volveré a brillar con la intensidad de antes.
Tengo la sensación de que
llevo muchos años quieta en un lugar, como si estuviera en un limbo extraño
donde los días avanzan sin que logre moverme. Esperar significa pasar las horas
anhelando y, aunque ahora ya no siento la ansiedad del paso de los meses, me
pesa un poco la sensación de no luchar suficiente.
Ser siempre positivo, no
darse por vencido y sonreír a las adversidades es la única manera de ser feliz.
A veces las lecciones más importantes las aprendes en un momento complicado, de
alguien que te demuestra que a pesar de tener oscuridad a su alrededor consigue
no desmoronarse.
Quiero, amo y deseo, pero
sin dolor, sin frustración, sin incertidumbre. Mi lucha continúa en las
palabras que cada día se enredan en el ordenador, en los personajes que me
acompañan en el camino, en las historias que se cuecen en mi interior.
¡Nunca dejaré de escribir!
Ayer mi hija encontró las
libretas que tenía de jovencita, las únicas que se salvaron a la quema en una
lejana hoguera de San Juan. Sonreí al verlas, al descubrir las poesías que
llenaban aquellas hojas a cuadros azules que me acompañaban a todas horas.
Mientras las releía recordé
con nostalgia feliz aquellas tardes solitarias, sentada en la roca que le cedí
a Marta Noguera, contemplando el mar y plasmando mis desvelos en la libreta.
También escribía en clase, mientras el profesor hablaba sin parar, y en mi casa
a escondidas.
¡Qué tiempos aquellos!
Entonces pensaba que lo único importante era soñar y esforzarse, no cejar nunca
en el empeño de darle color a las emociones en las frases. Tardé mucho en
hilvanar mi primer argumento largo, tenía miedo a no ser capaz de terminarlo, a
no encontrar el tono ni las palabras adecuadas.
Un escritor es alguien que
no puede abandonar el hábito de crear historias, a pesar de no encontrar la
senda a los lectores. A veces me reprendo
a mí misma por gastar cada segundo de mi ocio en la escritura, hay
demasiadas cosas maravillosas en el mundo para quedarme sentada bajo la
ventana, con el ordenador en el regazo y varios cojines acompañándome.
Pero cuando echo la vista
atrás sé que no quiero hacer otra cosa, que llenar de contenido las novelas es
lo que me hace feliz, que esa sonrisa matutina que intento regalaros desciende
de las letras, de mi emoción al escribir, de la intensidad con la que las ideas
me colapsan.
EDP está en la recta final,
quiero mantener el nivel de tensión, no rebajar las expectativas que me he
propuesto, darle un toque de humanidad, sentir la fuerza de Jessie y de Noah en
los últimos momentos. No he conseguido otro argumento como el de La Baraja,
pero sí le he dado un toque diferente, un halo de misterio, una historia
romántica, unos crímenes escalofriantes…
A ver qué me depara el día
de escritura…
¡Feliz día! J
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