A veces hay que pararse a respirar
¡Buenos días! Hoy me despierto con un dolor intenso en mi
interior, sin demasiadas ganas de escribir ni de sonreír, pero a medida que
avance el día espero deshacerme de esta sensación de tristeza para enfrentarme
a las situaciones con la certeza de que vamos a salir de esta.
Llevo dos noches sin dormir y eso no ayuda, sin embargo en mi
casa somos personas fuertes, con mil motivos para apoyarnos los unos a los
otros y caminar con determinación hacia una solución.
Tampoco he sido capaz de escribir estos dos días ni de
encontrar la energía para pensar en positivo. Hoy empieza el camino a la
serenidad, la gran batalla por superar cada escollo y la primera parte de una
nueva forma de encarar los obstáculos con la ilusión necesaria para dejar atrás
los malos momentos.
¿Cuántas veces una decisión de alguien puede terminar en un
desastre de consecuencias catastróficas para tu familia? Siempre he creído en el
diálogo, en pensar las cosas antes de actuar, en valorar los pros y los contras
y en escuchar a mi entorno antes de dar un paso en caliente que luego lamente.
No siempre es posible seguir esa manera de actuar, a veces los
sentimientos me nublan el juicio y avanzo sin medir las consecuencias. Por
suerte con la edad esos momentos se van mitigando y cada vez soy más consciente
de a quién puedo dañar o cómo puede acabar mi acción.
Cuando las consecuencias son desmesuradas para todos los
integrantes de una familia y levantas con tu acto un montón de problemas
deberías medir, pensar y buscar una alternativa si la hay. Porque a veces los
actos no pueden revertirse y el daño que causas con ellos es mayor que el que
te han causado a ti.
Para mí lo importante es conocer los motivos, hablar mucho de la situación,
entender el porqué las cosas han sucedido y valorar si hubo o no malicia en las
acciones.
A veces acusamos a los otros de proceder sin pensar, nos duele
cómo se desarrollan las cosas y no somos capaces de detenernos a ver qué
sucederá después de reaccionar de una manera determinada, a quien nos
llevaremos por el camino, hasta dónde alcanzará ese arrebato.
Cuando alguien se equivoca hay que hacerle entender por qué se
ha equivocado, hay que trabajar juntos para encontrar una solución, hay que
ayudarle a no cometer los mismos errores y si ese alguien es una persona
demasiado joven para darse cuenta de algunos escollos del camino, darle las
armas para madurar de manera correcta sin hacerle daño con una decisión precipitada.
Lo más importante es que en mi casa nos
tenemos los unos a los otros, nos queremos y vamos a encontrar el modo de
sonreír juntos.
¡Feliz día! J
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