Las huellas del alma
¡Buenos días! Tener a mi hija lejos a veces es una putada
porque me gustaría ayudarla en algunas cosas y la distancia no lo permite… Ayer
me pasé un rato pensando en si hice bien o no al mandarla a Estados Unidos, con
la ansiedad de verla sufrir en algunos momentos y no estar a su lado para abrazarla.
Es algo normal, cuando se fue de aquí nos avisaron de que habría
malos momentos, con añoranza y un poco de dolor al estar separada de su vida
conocida. Así que me voy a hacer la fuerte y a mandarle un sinfín de besos,
abrazaos y achuches.
El otro día leí un artículo donde se no explicaba una realidad
universal. No conocemos para nada a nuestros hijos ni ellos consiguen arañar la
superficie de quiénes somos sus padres. Porque detrás de un padre, de una
madre, de una hija o de un hijo se esconde una persona llena de esperanzas,
sueños, desengaños, alegrías y penas.
Deberíamos encontrar un punto de equilibrio para abrirnos un
poco más, buscar el alma de las personas con las que convivimos, darles la
posibilidad de mostrar esa parte oculta de nuestro corazoncito para descubrir
ese mundo lleno de emociones que existe en su interior.
Un escritor imprime las huellas de su alma en las novelas.
Cuando lees mucho a uno en concreto llegas a encontrar las heridas, las grandes
hazañas, las cosas que le han marcado a través de sus letras. Porque cuando
escribes necesitas tirar de tus sentimientos para imprimirlos en los protagonistas
y conseguir traspasar las hojas para irrumpir en el corazón del lector.
Ojalá mis hijos se decidieran a leer algo mío, buscaran esas
muescas en mis letras y descubrieran un interior rico en emociones, sensibilidad
y mil momentos mágicos. Porque en cada protagonista me dejo la piel y le otorgo
una porción de mí misma para convertirlo en alguien con una marcada personalidad.
A veces camino por la cuerda floja, siento como si el viento
me azotara con demasiada fuerza para vapulearme porque los deseos de alcanzar
el cielo me muestran sus dificultades. Entonces sucede algo que me devuelve la
esperanza, un resquicio de luz al final del túnel, una brizna de aire fresco
que levanta mis pies del suelo un poquito para elevarme unos metros.
Nunca daré suficiente las gracias a las personas que me
acompañan en mi aventura literaria porque consiguen hacerme vibrar con su
presencia y darme alas para sonreír cada día.
¡Feliz día! J
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