Rememorando momentos
¡Buenos días! Regreso al trabajo tras varios días sola… El
lunes por la tarde, tras una intensa jornada en el despacho, con mil marrones
por solucionar y un sinfín de momentos tensos, me fui al cine yo sola a ver Doctor Strange.
Pedí una entrada de la fila ocho en un cine de dieciséis porque
a mí me gusta estar en medio. Y al llegar me tocó al lado de un chico que también
estaba solo. Era guapísimo. Rubio, ojos
azules, cachas… ¡Bua! Me puse a mandarles mensajes a mis amigas solteras para
que vinieran en tromba a tirarle las palomitas encima o lo que fuera para conseguir
una cita. Yo ya estoy casada…
La película me gustó más de lo que esperaba, tiene momentos
graciosos y está bien hecha. Salí contenta por haber pasado un ratito distraída
y me fui a casa a corregir. Me faltaba poco para dar por concluida la de
CDTEAT, tras varias vueltas.
Por la noche me quedé sola en casa, mi hijo tenía una fiesta
de Halloween. Hice un poco de zapping hasta que empezó el esperado concierto
del reencuentro de OT 1. No soy muy dada a ver reality porque las interacciones
entre personas encerradas no suelen interesarme demasiado. Pero OT 1 fue mi
única excepción. Ese programa tenía alma, había una conexión increíble entre
los participantes, las galas y una preciosa historia de amor que despertó a la
romántica que hay en mí.
Me encantó descubrir qué ha sido de sus vidas después de
quince años, rememorar canciones épicas viendo cómo los interpretes han
mejorado la técnica y sentir como si el tiempo se doblara para llevarme otra
vez a aquellas noches frente al televisor, emocionándome con las galas.
Vibré con Luces de
Bohemia, interpretado de manera magistral por Manu Tenorio y Nuria Fergó,
el Vivo por ella de Bustamente y Gisela
y el ¿Y si fuera ella? de Bisbal. Me
lo pasé de miedo con Corazón espinado
de los chicos y con el Lady Marmalade
de las chics. Rememoré momentos con Te
quiero más de Fórmula abierta y disfruté de cada una de las canciones.
Cuando salieron al escenario Chenoa y Bisbal para cantar su
mítica Escondidos mis sentimientos estaban
a flor de piel. Me emocioné como una tonta y dije varias veces «¡qué bonito!»
en voz alta. Porque es verdad, me pareció precioso cómo se miraron al entrar en
el escenario y su actuación. Las emociones flotaban en el ambiente, igual que
el recuerdo de aquella lejana historia de amor.
No me fijé en la Cobra ni en nada parecido y al día siguiente
me sorprendió muchísimo las noticias sobre esta situación… Porque a mí me
encantó, me removió sentimientos y me hizo hasta llorar.
¡Feliz día! J
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